Dardo López-Dolz

LA TENTACIÓN DE LA PIÑATA

LA TENTACIÓN DE LA PIÑATA
Dardo López-Dolz
10 de enero del 2017

Combatir a la corrupción sin dañar al sistema democrático

El deterioro de las economías nacionales, el crecimiento de la inseguridad, la desnaturalización de las instituciones, la pérdida del balance de poderes y la pérdida de libertades individuales debieran bastar para que, si tuvieran sangre en la cara, los marxistas y socialistas latinoamericanos dejasen de autoproclamarse “progresistas”. Nada ha alejado más eficientemente el progreso de los pueblos y los ciudadanos que los conforman que esa forma de neomonarquismo solapado por la cual se secuestra ad infinitum la voluntad popular, volviéndola dependiente de la dádiva.

Al hacerse públicos los hechos de corrupción de algunas personas ligadas a los gobiernos no socialistas, estos aprovecharon rápidamente la oportunidad para autoadjudicarse el apellido de honestos, con la misma sinceridad que los vendedores de autos usados marca ACME en los dibujos animados de antaño. El socialismo del siglo XXI, íncubo corporativista del castrismo cubano que solo pudo ver la luz bajo la protección económica del gobierno de Lula, es la forma contemporánea más perversa; y todo parece indicar que desde el diseño se pensó en el uso de la inmensa capacidad corruptora de Odebrecht y otras empresas constructoras afines a Lula.

Dicho esto, todo gobernante contemporáneo capaz de pensar con lucidez y sobriedad, y con deseos de pasar favorablemente a la historia, debiera ya tener claro entre quienes no buscar aliados. Es particularmente importante reconocer la inmensa flexibilidad y adaptabilidad de la bestia hija de los hermanos Castro, que carente en absoluto de valores (por eso son inmunes a la resistencia pacífica) no ha vacilado en pactar con el narcotráfico, poniendo a su servicio el llano y el altiplano. Por eso hay que tener mucha cautela en no caer en la tentación de atacar también el sistema democrático de libre mercado; por el contrario, es hora de protegerlo aprovechando la ocasión para trabajar con ahínco para apartar la hierba mala de la corrupción (más antigua que el virreinato), preservando la planta de la iniciativa privada.

Ojalá la tradicional tregua estacional de la conflictividad social en el Perú sirva para reflexionar acerca de la mejor forma de enrumbarnos hacia esa meta de progreso real y libertad por la que la mayoría de peruanos apostamos en las recientes elecciones presidenciales y parlamentarias. Cada año coinciden con el fin del verano y de la temporada de mayor trabajo en el agro, las angustias económicas escolares, la desocupación estacional y el arribo de fondos mercenarios hacia ONG lacayas del socialismo del siglo XXI. Es importante tender antes los puentes y túneles que sean necesarios para blindar la libertad y asegurar el camino hacia los objetivos en los que no hay discrepancias relevantes. Si para ello es necesario efectuar ajustes en equipos, discursos y cuotas internas de poder, pues adelante, por el Perú.

 
Por Dardo López-Dolz
Dardo López-Dolz
10 de enero del 2017

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