La simplificación también depende de la honestidad

La gente seguirá mintiendo, a pesar del paquete simplificador

El reciente proceso electoral en EE.UU. nos deja una pequeña lección. Hablamos de la credibilidad, uno de los valores más importantes que aquí todavía no se logra construir. ¿Sabe usted que algunos arquitectos les hacen imprimir la huella digital a sus clientes en los planos que elaboran para evitar que nieguen después haberlos aceptado? ¿Sabe que esa firma y huella digital debe legalizarse notarialmente?

La gente miente con desparpajo y sin inmutarse. Niegan sus firmas y sus dichos. Los falsos testimonios abundan en las cortes judiciales. Para los jueces la verdad legal se prueba con documentos y testimonios falsos; y la verdad “real”, si no se puede probar, se convierte en mentira. El Poder Judicial en lugar de administrar verdades, administra normas y procedimientos.

En EE.UU. y en los países del hemisferio norte la gente confía, no duda. Si hay elecciones está segura de que su voto será contabilizado sin ser alterado. Y vota mediante correo electrónico, oficina postal o haciendo cola en los lugares de votación donde incluso no se pide identificación, basta con anunciar el nombre.

En Perú, los procedimientos de la administración pública se han construido en función de la desconfianza, pensando que la gente mentirá para obtener ventajas que no le corresponden o para salvar situaciones adversas. Por eso se pide una y mil veces copias hasta notariales del DNI. Los empleados que administran procedimientos tienen que asegurarse de que los documentos que reciben sean verídicos, que se ajusten a los requisitos y que pertenezcan a la persona jurídica o natural que dice ser. Y es entonces cuando los procesos se complican y dejan de ser simples.

Antes, las minutas de compra-venta para vender inmuebles eran de dos folios y contenían ocho o diez cláusulas simples. Hoy, el comprador debe firmar cuadernillos completos, en los que se anotan las características en detalle del inmueble, repitiéndose innumerables veces que se está enteramente satisfecho con la compra y todo su contenido, y que renuncia expresa e irrevocablemente a reclamos, requerimientos y/o demandas judiciales o extrajudiciales contra el vendedor. Quien vende se asegura hoy de que mañana no será denunciado, filmando incluso la minuta y la entrega de la propiedad. La buena fe y la palabra ya no existen. Y quienes alquilan inmuebles hacen uso indiscriminado de los recibos de agua y electricidad para obtener créditos en el sistema financiero y mercado y para obtener nuevos RUC.

¿A qué viene esto? A que la simplificación de los procesos públicos o privados está en función directa de la credibilidad de las personas. Y ya sabemos que aquí la confianza está por las patas de los caballos, que la gente niega sus dichos, firmas y huellas digitales, y que es capaz de negar la luz del día a mediodía. En oficinas públicas y privadas ofenden cuando para cualquier documento intrascendente se pide imprimir la huella digital junto a la firma.

El gobierno aprobó un paquete simplificador para facilitarle la vida a la población, para evitar absurdos como que la identidad de una persona no se reconoce cuando el DNI caduca. Ya sabemos que muchos documentos se repiten, otros no tienen sentido y solo algunos deben tener firma notarial. Hay que saber, además, que la gente seguirá mintiendo y que se aprovechará de la buena voluntad de cualquier paquete simplificador. Contra la mentira sanciones ejemplares y públicas.

Manuel Gago