Juan Carlos Valdivia

La reforma universitaria

La reforma universitaria
Juan Carlos Valdivia
30 de noviembre del 2015

Sobre los cuestionamientos de Alan García a Ley Universitaria

Cuentan los memoriosos que cuando Juan Velasco Alvarado comenzó a realizar las reformas de su gobierno, Haya de la Torre reclamó que el General se estaba copiando el programa aprista auroral. Y para reivindicar dicho programa mandó a reimprimir su obra inicial, “El antimperialismo y el Apra”, que no se editaba desde los años 30 del siglo pasado. Imbuido por aquel resucitar de las viejas tesis del aprismo, se formó ideológicamente el joven Alan García. Y producto de esas tesis fue el desastroso gobierno que hizo de 1985 a 1990.

Por eso llama la atención que Alan García, para justificar su oposición a la nueva Ley Universitaria, retroceda en el tiempo y pretenda hacernos creer que son los principios de la reforma universitaria de 1919 los que deben regir la vida de las universidades, como si en un siglo las cosas no hubieran cambiado.

Por aquellas épocas, en Lima había dos universidades, San Marcos y la recién creada Universidad Católica. Hoy en el Perú hay más de 150 universidades que ofrecen todo tipo de carreras y opciones.  Y esto es lo que busca regular la Ley a través de reglas claras para el servicio y posteriormente a través de la competencia. Sin embargo, Alan García cree en una opción liberal, donde el Estado esté ausente y todo sea regulado por el mercado.

La Ley Universitaria no podrá impedir que existan universidades buenas y malas. Lo que sí podrá establecer es que existan condiciones mínimas para la oferta académica. Y a partir de esa reglas mínimas que todas compitan.

Porque al no existir hoy esas condiciones mínimas, el mercado universitario tiene las ofertas más diversas, que en muchos casos no garantizan una calidad mínima, convirtiéndose en un símil de otras actividades que no son reguladas, como el del transporte público.

Si García cree realmente, por ejemplo, que la SUNEDU puede convertirse en un riesgo, pues que se modifique su sistema de elección, manteniendo los altos requisitos para su directorio, pero quizás conformándolo entre propuestas del Ejecutivo y el Legislativo. Pero pretender hacer creer que es posible un intervencionismo es repetir los argumentos falaces que han venido repitiéndose desde algunas universidades.

Si el mundo ha cambiado en 100 años, el mundo universitario lo ha hecho de manera acelerada. Hay universidades de alto prestigio académico, junto a otras que forman profesionales destinados a aspirar a puestos de mando medio. Es una oferta que no puede quedar libre de una regulación mínima por parte del Estado, en protección a los estudiantes que ahí se forman. Finalmente, ya sabemos lo que pasa cuando Alan García sustenta sus propuestas en las tesis aurorales de hace 100 años.

Por: Juan Carlos Valdivia

Juan Carlos Valdivia
30 de noviembre del 2015

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