Marco Sipán

La reconstitución del cholo en lo político

La reconstitución del cholo en lo político
Marco Sipán
13 de abril del 2016

Lo “cholo” puede darle identidad al pueblo como sujeto transformador

Las interpretaciones posteriores al proceso electoral no son objetivas ni imparciales, pues los grandes eventos tienen diferentes interpretaciones según los distintos grupos sociales. Quienes hacen estas interpretaciones, evidentemente discursos políticos, tienen claros intereses; sin embargo estas interpretaciones no resultan un reflejo mecánico de dichos intereses. Por lo tanto, no se trata de una expresión sino de una construcción. La política es esa disputa por la construcción de sentidos. Bajo esta premisa el pueblo no está dado, hay que construirlo. Por eso, es que ser pobre o pertenecer a sectores populares, no es sinónimo de ser parte del pueblo.

La categoría “pueblo” es ambigua. Sin embargo quien la desarrolla de mejor manera es Gramsci, con una orientación hacia la transformación en beneficio de la mayoría. Este pensador la define como el bloque histórico de los oprimidos, dejando claro que no se trata de una simple suma de actores, sino que deben estar articulados entre sí. Este bloque está compuesto, en su interior, por múltiples sectores e interpretaciones; y uno de ellos es el que logra hegemonizar el conjunto. Para una transformación, ningún sujeto (colectivo) al interior del bloque puede hablar solamente por él porque terminaría “exclusivizando” su demanda y siendo marginado, pues no construiría ningún consenso dentro del bloque histórico de los oprimidos. Por tanto, no construye el pueblo como sujeto de transformación.

Por su parte, García Linera nos dice que en el movimiento transformador debemos garantizar una diferencia identitaria; y que el nuevo horizonte de sentido no surge de la nada, sino del debate que existe en las diferentes organizaciones sociales —sindicales, populares, comunales—, la academia progresista y los partidos de izquierda. Y si bien este debate se mantiene en la marginalidad, cuando se debilita el discurso hegemónico neoliberal y las fuerzas de cambio trasladan al movimiento esas ideas, se convierten en herramientas para la transformación social.

La idea de “dominación” de Salazar Bondy nos permite ver más nítidamente las condiciones de opresión en la que está inmersa la población peruana. Y desde ahí, se puede reflexionar para buscar un elemento identitario que unifique a los dominados, que yo sugiero que sea el “cholo”. Pero este “cholo” no está dado, hay que construirlo. El “cholo” que las distintas corrientes de los novecientos construyeron murió con el neoliberalismo y fue reemplazado por el “emprendedor”. Hay que construir al “cholo” no desde arriba hacia abajo, como hicieron tratando de incluirlo, sino desde abajo. Lo “cholo” sería la identidad del bloque histórico; es decir, el pueblo como sujeto transformador.

Hoy los cholos que hacen política están subordinados, tanto en el fujimorismo, con PPK o en el APRA. Incluso cuando han llegado al poder (como Ollanta Humala y Alejandro Toledo) se han vendido al imperialismo. Por eso buscar al sujeto transformador en los obreros y los campesinos no corresponde a nuestra realidad. “Peruanizar el Perú” es darle consciencia al cholo de que es él quien debe dirigir el destino del país; solo así se dará cuenta de que el imperialismo no lo quiere libre, no lo quiere poderoso, sino sometido e ignorante. Y ser cholo no es solamente una cuestión de color de piel, es sentirse profundamente peruano. Con todo lo catastrófico que fue el gobierno de Alberto Fujimori, incorporó a los cholos al mercado, aunque a través de la informalidad. La izquierda tiene que incorporarlos a la política como sujeto colectivo y, partir de ello, cambiar el sentido a la democracia para que deje de ser de élite y se convierta en una democracia popular.

El nuevo discurso político tiene que elevar el contenido ético en la construcción del cholo para cambiar la imagen de él tiene esta sociedad neoliberal: en todas las películas peruanas, y en las novelas, los delincuentes, terrucos, sirvientas y choferes son cholos y negros. Y cuando Verónika Mendoza dice que “se puede hacer política de manera diferente” está señalando que se requiere intelectuales jóvenes —que generen contenidos para que ese 20% electoral no se diluya— y organización para articular el discurso con la acción. Se ha abierto un nuevo espacio político.

Marco Sipán

Marco Sipán
13 de abril del 2016

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