Iván Arenas

La primavera democrática

La primavera democrática
Iván Arenas
08 de octubre del 2014

Resultado electoral en Lima parece marcar el fin del voto por el “mal menor”

Ha llegado otro día negro para la izquierda. Lima le cerró los sueños de consolidar un espacio propio y fuerte para las elecciones presidenciales del 2016. Aquella imagen coreando “la izquierda unida, jamás será vencida” en el triunfo de Susana Villarán contra la revocatoria queda atrás y sirve como un ejemplo y lección: la soberbia siempre es mala consejera. Pero el día negro puede convertirse en el reflujo invernal borrando por años iniciativas política serias desde la izquierda. Castañeda hará obras -no se sabe si con escándalos del tamaño de Comunicore- como la “línea amarilla”, la ampliación del metropolitano y tal vez logre ordenar el transporte, es decir será la antítesis constructiva y electoramente seductora de lo que fueron Susana y su tecnocracia zurda, que al final también ha perdido.

Y la política ha vuelto por la puerta grande. Luis Castañeda ha ganado con ventaja amplia y el Apra con Enrique Cornejo ha disipado cierto “anti” anclado en los sectores medios y populares borrando, ambos, al PPC dirigido por desconcertados liderazgos. La política es así. Las decisiones al final del día se transforman en impactos. Esa es la primera conclusión, de muchas claro está. La otra conclusión es que el comportamiento electoral del ciudadano dista abismalmente del axioma repetitivo del defensor villaranista y la élite “moralista” zurda. Vota por el que roba pero hace obras. Nada más alejado a la realidad. El ciudadano vota en base a fríos cálculos e incentivos, ¿si el milagro económico peruano ha llenado la caja presupuestal como nunca antes en la historia republicana por qué ese dinero no se traduce en logros concretos? Esa es la pregunta de los sectores populares emergentes, con mentalidad inmediatista y con una nueva cultura económica de resultados al corto plazo. El futuro es hoy, las promesas se las lleva el viento.

La tercera conclusión es la aparición del político – técnico que ha llegado para no irse. El voto limeño entre Castañeda y Cornejo suma cerca de 70%, más de tres millones de votos juntos. Si Cornejo logró más de ochocientos mil votos es porque la propuesta técnica y programática pesó más en la balanza que el antivoto pasionario. Al final de la jornada estas elecciones marcarán un antes y un después. Como Lima es y seguirá siendo el centro del Perú, la política, la economía, la cultura, se irradian desde la capital a las provincias y regiones, desde el centro a la periferia. De igual modo, estas elecciones limeñas marcan el fin de un ciclo de elecciones vacías y del fenómeno del voto por el “mal menor” para dar paso a la discusión técnica alrededor de programas y de gestión eficiente del presupuesto público en las provincias y regiones. A modo de ejemplo, los resultados del modelo económico se vieron primero en Lima para irradiarse a las provincias, incluso a tal ritmo que hoy Arequipa o Ica crecen más que la capital. Este mismo fenómeno se expandirá con la aparición del político – técnico, pero en su versión local.

La primavera democrática se ha dado, Lima locuta, causa finita. Porque, aunque la “elite” zurda minimice estas elecciones bajo el parangón de “corrupción versus honestidad”, será mejor entender el mensaje enterrando la soberbia.  De hecho la izquierda puede aprender mucho de sus errores, aunque no queda duda que el ideologismo hará que el aprendizaje sea demasiado tarde.

Por Iván Arenas
8 - oct - 2014  

Iván Arenas
08 de octubre del 2014

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