Manuel Erausquin

La percepción del crimen

La percepción del crimen
Manuel Erausquin
12 de noviembre del 2014

El asesinato del periodista Fernando Raymondi y la creciente inseguridad ciudadana        

Las palabras no alcanzan, se vuelven huecas para poder abordar y describir la indignación por el asesinato del joven periodista de la revista Caretas Fernando Raymondi, baleado en la tienda de su familia en Cañete el fin de semana. Sin embargo, uno insiste porque cree que es necesario y urgente. Una valiosa vida se ha ido porque este país hace rato que ingresó a la tenebrosa dimensión de los asaltos masivos, extorsiones, crímenes y sicariato. Lo que se temía existe y convive entre nosotros.

Esto no es un asunto de percepciones, es una realidad que se muestra con toda su violencia. Pero el gobierno no encuentra claridad para combatir al hampa organizada, decisiones importantes se deben tomar. Renuncias y relevos son necesarios en la dirección de la seguridad interna del país. Las payasadas están costando caro y el presidente Ollanta Humala debería empezar a pensar, a pensar en serio. No en banalidades políticas o revanchistas. El país empieza a arder y esto no es retórico, es real y está expandiéndose cada día. ¿Qué espera para actuar?

Y en esa esperada respuesta proactiva del mandatario, él debería tener en sus cálculos la salida del ministro Daniel Urresti, un personaje estridente y poco idóneo para liderar a la policía, que necesita con celeridad redefinirse para poder diseñar un plan inteligente y efectivo que neutralice al crimen organizado. Eso sería lo razonable, pero de pronto nuestro mandatario dispone de otro tipo de visión al momento de tomar una resolución. Quizás no dispone de la audacia que exige la situación y prefiere mantener en el cargo a Daniel Urresti. Sería triste y peligroso para todos. Eso sí es seguro.

Pero hay que aguardar, en ocasiones emergen opiniones sensatas en el entorno palaciego y pueden orientar con mayor lucidez al presidente. Un anhelo que persigue un cambio de actitud desde el Estado y se encare el tema de la criminalidad con capacidad ejecutiva y certera. La decisión política hasta el momento no se percibe, pero es esperada con ansias. No queremos convertirnos en la Colombia de los ochenta o en el México contemporáneo, donde el poder  de la mafia ha llegado a alcanzar a la dirigencia política.

El crimen de Fernando Raymondi, quien cursaba los últimos ciclos de periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación en la Universidad San Martín de Porres, y que había demostrado talento en la revista Caretas, no debería ser un asesinato destinado al olvido. Debe ser un caso resuelto por las autoridades, un caso que impulse al gobierno a comenzar a jaquear al hampa en el país.

En tiempos difíciles, cuando cualquier persona puede ser víctima de la delincuencia, se necesita con urgencia de decisiones políticas que apunten de forma decidida a combatir al crimen organizado. No se va a resolver de la noche a la mañana. Va a demorar, pero el saber que se ha comenzado en serio a luchar contra esos miserables, fortalecerá nuestra confianza y tendremos la esperanza de que este país no se vaya a ir al diablo.

Por Manuel Eáusquin

12 - nov - 2014

Manuel Erausquin
12 de noviembre del 2014

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