Marco Sipán

La oposición fujimorista

La oposición fujimorista
Marco Sipán
14 de junio del 2016

Sería más natural una alianza entre Fuerza Popular y PPK

La derrota en la segunda vuelta ha impactado fuertemente a Keiko Fujimori y sus colaboradores. Luego de haber obtenido una mayoría en el Congreso y 40% de votos válidos en primera vuelta, creyeron que su victoria estaba cerca. La estrategia de Keiko Fujimori, para este último tramo, fue alcanzar acuerdos con grupos directivos que representaban determinados sectores electorales específicos: policías, mineros informales, sectores de construcción civil, entre otros. Regresaron a la prepotencia y radicalizaron sus posiciones autoritarias, intentando polarizar al electorado mediante la contradicción “el pueblo versus los ricos”. Una ficción que estuvieron a punto de imponer, con la eficiente maquinaria electoral que en los últimos años han logrado constituir con un impresionante clientelismo político.

Keiko salió a aceptar los resultados con un discurso cargado de revanchismo. Intentando manipular a sus electores sobre los errores de su estrategia electoral denunció una alianza entre PPK, el Gobierno, el poder económico y el poder mediático. Así, trató de responsabilizar a otros de su fracaso de la segunda vuelta. Mientras al lado de PPK, se establecía una coalición de diversas fuerzas políticas y de diferentes vertientes ideológicas, Keiko intentó tender puentes directos con poblaciones pobres, con viajes al interior del país. Pero la denuncia del retorno de la dictadura, que si bien ganó por muy poco, logró alejar al fujimorismo del gobierno. La contradicción “dictadura versus democracia” fue el sentido que se impuso en el debate público.

La candidata de Fuerza Popular afirma que hay un discurso de odio en contra de ella, y mucho fanatismo en contra de su participación en política. Y expresó tajantemente que el odio y el fanatismo son sentimientos que resienten la democracia. Con este discurso, un nuevo error cometido por Keiko Fujimori, reaparece ante la opinión pública luego de la derrota. Un discurso que insiste en la polarización: fanáticos del odio por un lado y ellos por el otro (que difícilmente pueden ser relacionados con el amor). Esto agudiza su imagen de ser una fuerza confrontacional. Esta imagen se impone en la gente, por el origen autoritario de la candidata, las expresiones simbólicas y discursivas de muchos de sus voceros, y la articulación de las demandas populares, con sus demandas neoliberales. Es el complejo campo donde Keiko tiene que tomar decisiones.

Calificar de promotores del odio a quienes han ayudado a PPK a alcanzar la victoria de hace días, es seguir en campaña y no comprender que la derrota tiene que plantear nuevos desafíos y cambios en los contenidos de las propuestas políticas del fujimorismo. Ser una oposición, altamente radicalizada en contra de PPK no parece una alternativa, pues al tener ambas organizaciones políticas como modelo el neoliberalismo, tendrían que aliarse. De ser así, el fujimorismo arriesgaría todo su capital político, pues ya es la mayor fuerza política del país. De no hacerlo, muchos de sus colaboradores, a quienes más les importa lo económico que lo político, también presionarían a Keiko o la abandonarían. Y de enfrentarse al gobierno pondrían en juego el propio modelo que implementaron y defienden hoy. Esta opción además no pasa solo por la voluntad de Keiko, sino por el planteamiento de una nueva estrategia para mantener estables los dos flacos. Mantener una férrea oposición que le permita ganar las próximas elecciones y defender las políticas neoliberales del gobierno es, desde la ciencia política, poco probable; y de tomar una de las posiciones, su propio movimiento y liderazgo podría resquebrajarse. A esto hay que sumarle los miles de cuadros de los comités de bases a nivel nacional del fujimorismo que apoyaron la campaña por la promesa de un puesto laboral. Para que en estos cinco años estos cuadros no salten a otras tiendas políticas, Keiko tendría que dejar las puertas abiertas para que sus cuadros entren al Estado. Las condiciones arrinconan a Keiko a una alianza con PPK, pero ello podría costarle no alcanzar próximamente el gobierno.

Marco Sipán

 
Marco Sipán
14 de junio del 2016

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