Javier Agreda

La novela electoral de Saramago

La novela electoral de Saramago
Javier Agreda
08 de abril del 2016

La renovada actualidad de “Ensayo sobre la lucidez”

Dado el polémico y avasallador contexto electoral en el Perú, dedicaremos esta columna a una de las más interesante novelas “electorales” publicadas del presente siglo: Ensayo sobre la lucidez (2004) del escritor portugués José Saramago (1922-2010), Premio Nobel de Literatura 1998. Con más de 80 años de edad, Saramago se mantenía entonces vital y productivo, generando controversias con novelas como esta, eminentemente política y que él mismo describió como “fábula, sátira y tragedia sobre la democracia”.

La historia que se cuenta en esta novela se inicia con las elecciones municipales de la capital de un innominado país, la mayoría de los habitantes optan por el voto en blanco, obligando a que se hagan nuevas elecciones, en las que los votos en blanco aumentan, llegando al 85%. Entonces las autoridades, encabezadas por el propio presidente y sus ministros, deciden enfrentarse a lo que consideran una conspiración contra la democracia. Abandonan la ciudad, llevándose al ejército y a la policía, y declaran la emergencia y el estado de sitio. A pesar de ello, los “blanquistas” logran organizarse y vivir en paz sin gobernantes; pero las autoridades “abandonadas” comienzan a perpetrar asesinatos y atentados terroristas, mientras acusan y juzgan públicamente a personas inocentes, para asegurarse que sean los mismos ciudadanos los que pidan el retorno del antiguo orden.

Saramago narra, en esta ocasión, basándose casi exclusivamente en los diálogos entre autoridades (comisarios, ministros, presidente), en sus declaraciones y comunicados públicos. Reproduce los discursos de estos personajes exagerando sus peculiaridades y vicios; y para ello hace un verdadero despliegue de barroquismo verbal, humor negro y su reconocido virtuosismo técnico, que lo ha llevado a inventar una nueva y más dinámica convención para el manejo de los diálogos. Con esos recursos, la novela se convierte en una feroz sátira contra los políticos en general, la policía, los servicios de inteligencia; y también los medios de comunicación masiva (diarios, radios y TV), tanto los propietarios como quienes trabajan en ellos.

El énfasis en los diálogos tiene como consecuencia un cierto descuido de los otros elementos de la narración. En la propia novela se comentan algunas de estas debilidades: "la escasa atención, por no decir nula, que el narrador de esta fábula está dando a los ambientes en que la acción descrita, por otro lado bastante lenta, transcurre". Pero el mayor problema es la falta de protagonistas, de figuras reconocibles por el lector dentro de la masa de votantes en blanco. Saramago parece darse cuenta de este defecto recién a la mitad de la novela (página 230) y entonces opta por una solución poco usual: traer a todos los protagonistas de otro libro suyo, acaso uno de los mejores, Ensayo sobre la ceguera. Así volvemos a encontrarnos aquí con ese extraño grupo de personajes sin nombre que sobrevivió a la trágica epidemia de ceguera blanca narrada en aquella novela.

No obstante esos problemas formales (a los que suman otros de carácter estructural) la novela logra hacer serios cuestionamientos a las elecciones y a la democracia tal y como la conocemos hoy. Por eso, la crítica la recibió con entusiasmo: “Estamos ante una magnífica novela política, deliberadamente incorrecta y por ello nada eufemística”, afirmó el español Darío Villanueva. Vale la pena releer Ensayo sobre la lucidez, especialmente en estos días.

Javier Ágreda

 
Javier Agreda
08 de abril del 2016

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