María Cecilia Villegas

La mano que mece la cuna

La mano que mece la cuna
María Cecilia Villegas
30 de abril del 2015

Sobre la libertad de prensa y los intereses colaterales que sesgan a ciertos medios.

La libertad de información es un derecho fundamental y además, según Naciones Unidas, la piedra angular de todas las libertades. Por ello, la prensa libre es la columna vertebral de la libertad y la democracia. Los medios tienen la obligación ética y moral de transmitir información a los ciudadanos con la menor tergiversación posible. De permitir que las personas ejerzan su libertad de expresión y de facilitar el diálogo político. De darle voz a las minorías, aunque su línea editorial sea opuesta a los intereses de aquellas. Porque la base de la democracia es que existan opiniones diversas y que los ciudadanos puedan escucharlas y decidir libremente. Y es por ello que cuando los directorios de los medios tienen grandes intereses empresariales colaterales surgen zonas grises que perjudican a los ciudadanos, a la democracia y al Estado de Derecho.

Mucho se ha dicho sobre la concentración de medios en el Perú. Podremos coincidir o no con ello, sin embargo, no podemos negar que llama la atención la selección de las noticias que los medios locales reproducen.

Un ejemplo de ello es que mientras los medios en el Perú gastaron ingentes cantidades de tinta en reportar el último escandalete ocurrido en el Congreso, esta vez por una gracia del fujimorismo, y el uso indebido de los fondos del Estado para viajes con propósitos proselitistas, el vicepresidente de la Confiep y Presidente de la Cámara Peruana de la Construcción, Lelio Balarezo, pasaba a la clandestinidad tras ser  condenado a 5 años de prisión por evasión tributaria. Los medios, salvo contadas columnas de opinión, decidieron que tal vez este hecho no sería de interés nacional y por ello prefirieron no dedicarle espacio.

Por alguna razón, creyeron que los trapos sucios de nuestros congresistas, el regreso de Popy y el último videíto de Milet eran mucho más importantes para la opinión pública que el repudio nacional que los actos de Balarezo merecen.

Hace unos días, Claudia Cisneros publicó en su columna de La República una crítica al “modelo neoliberal” haciéndolo responsable de la podredumbre del país. Sostenía que “[el modelo neoliberal] ha colocado la ganancia, el dinero, el lucro por encima de cualquier cosa y de todo. (…) Ese modelo todo lo corrompe: el ejercicio de la política, el ejercicio del control policial y judicial, el ejercicio del libre mercado. El Estado de Derecho y hasta la democracia son prescindibles si obstaculizan la generación de dividendos. Si no sirven para asegurar los dineros de los poderosos y el poder de los adinerados, entonces se atropella, se aplasta o se aniquila.” Cisneros se equivoca, porque el “modelo neoliberal” como lo llama, no es el problema. El problema es la calidad de las instituciones que tenemos y de empresarios como Balarezo, que creen que puedan efectivamente pasar por encima de todo y de todos. El problema son la prensa y quienes dirigen los medios, y las razones e intereses que motivan su selección de noticias.

Los más interesados en defender el modelo que ha permitido el crecimiento económico, la reducción de pobreza y la expansión de la nueva ‘clase media’ deberían ser los empresarios. Por ello, seguimos esperando que la Confiep y los empresarios hagan un disclaimer y condenen públicamente a Balarezo. Pero así como en el Congreso otorongo no come otorongo, en el sector empresarial, empresario no come amiguito empresario.

Por Ana Luisa Guerrero
30 - Abr - 2015  

María Cecilia Villegas
30 de abril del 2015

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