Elizabeth Zea Marquina
“La lucha de ellas”
En pleno siglo XXI seguimos luchando contra un sistema androcéntrico que se niega a dar un paso atrás. Seguimos soñando en que el redactado artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es verdad, que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, que NO por ser mujer, debemos ser maltratadas, humilladas o ignoradas. No somos débiles, ni vulnerables. Somos mujeres.
En 1996, el Perú ratificó la Convención Interamericana para Prevenir Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer. En razón a aquella hoy en día contamos con medidas importantes como el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y un catálogo de leyes que están dirigidas a garantizarnos una vivir libre de violencia cumpliendo así de las obligaciones internacionales contraídas por el Estado Peruano,
Pero,¿qué significa garantizar a las mujeres una vida libre de violencia? Quiere decir que el Estado debe dirigir todas sus acciones políticas y jurídicas a erradicar estereotipos, prejuicios y patrones de conducta que puedan significar discriminación y que nos coloque en situación de inferioridad o subordinación. Es decir, que no exista más una mujer quemada y descuartizada porque decidió no continuar la relación, una madre que no tiene para dar de comer a sus hijos porque el padre por celos, nunca la dejó trabajar, y hoy el no cumple con sus obligaciones alimenticias, que no exista una adolescente llena de vida, violada y asesinada por sus explotadores sexuales, que nunca más una mujer deba ser arrastrada por los cabellos en televisión nacional para hacer una marcha que despierte a la sociedad y al Estado. Porque el miedo se acabó. Porque “VIVAS NOS QUEREMOS”.
Debo recordar que a las autoridades del Estado peruano que el 06 de noviembre se cumplió un año de la publicación de la Ley N° 30364 que tiene entre sus objetivos prevenir la violencia contra la mujer. Si bien es cierto hay avances importantes se deben implementar medidas que apunten a la educación y formación integral de los niños en valores de respeto e igualdad. Porque las leyes penales no intervienen en la crianza de los niños y niñas, no te quitan lo machista, ni te forjan la autoestima. Es preciso recordarle al señor Presidente de la República que esta es una labor que compromete a todo el Estado, que por más leyes que se produzcan en favor de las mujeres, no tendrán eficacia alguna si no son reglamentadas, si no se implementan con presupuesto suficiente. Y que además el Poder Judicial, Policía Nacional y Ministerio Público deben procurar el derecho al acceso a la justicia, una justicia eficaz oportuna y sensible, que evite revictimizarnos.
Todavía queda mucho por hacer, y en esta lucha hay mujeres valientes que han trazado el camino y muchas que hoy en día trabajan, cada una de sus espacios, por lograr un verdadero cambio y que con su lucha personal hacen la diferencia. Gracias mamá Angélica, por ser un ejemplo de amor de madre y buscar incesantemente a tu hijo muerto en manos de los terroristas, a Arlette por atreverte a desenmascarar un sistema judicial prejuicioso y machista, a Karina por no callar los abusos laborales de empresas poderosas; a Yolanda por su gran labor con la educación emocional desde el CTAI; a María Elena por hacerle frente a la persecución política por proteger a tu hija, a Higidia luchadora social activa de Villa María del Triunfo, a Rosario por hacerle frente al acoso político desde su natal Arequipa; a Jeannette abogada feminista de trayectoria incansable; gracias a todas esas mujeres que no se rinden, que se caen y se levantan todos los días, por sus hijos, por su familia, por ellas mismas. Y gracias también a todos los que las apoyan, que las alientan a no desfallecer.
COMENTARIOS