Marco Sipán

La izquierda no está para cazar mariposas

La izquierda no está para cazar mariposas
Marco Sipán
15 de septiembre del 2016

Necesita con urgencia acción política efectiva, estrategia y liderazgo

Los silbidos y reclamos a la congresista Tania Pariona, durante su participación en un evento del Ministerio de Justicia, nos permiten prever sentidos comunes que se tienen que romper en torno a la izquierda, el senderismo y los derechos humanos. Y es también oportuno alertar sobre la actitud agresiva que la derecha ha tenido y tendrá contra los izquierdistas, y preparar respuestas contrahegemónicas que sintonicen con el sentimiento popular.

El pueblo de Ayacucho, tan golpeado por el terrorismo, ha respaldado mayoritariamente en las elecciones presidenciales a Verónika Mendoza, una propuesta de izquierda. Y también ha llevado a Tania Pariona al parlamento, como expresión social y simbólica de la reivindicación de un pueblo que enfrentó al terrorismo. Tania representa a las nuevas generaciones ayacuchanas posconflicto que se han integrado a la política, y su salto al Congreso de la República es una oportunidad para que, desde su voz, su pueblo pueda pronunciarse. Eso no significa que sean escuchados o mucho menos comprendidos.

Las nuevas generaciones de izquierdistas tienen que disputar sentidos, enfrentar rivales crueles y disputar hegemonías partiendo de las derrotas, crisis y traiciones latentes. Para transformar no solo se requiere buenas voluntades o capital simbólico, sino también acción política efectiva, estrategia y liderazgo, que exigen actores con capacidades, habilidades y actitudes que permitan dar una lucha contrahegemónica exitosa.

Tras la crisis del sistema de partidos, la lucha social ha sido un exitoso camino de ascenso político de muchos dirigentes de sectores populares surgidos al calor de la protesta, con nuevos discursos de reivindicación local e identitaria, y con alta legitimidad en sus organizaciones. Sus posturas, por más radicalizadas que fueran, rebotaban muy poco o casi nunca en la escena política, en el debate mediático o en el comentario cotidiano popular. Muchos solo giraban dentro del campo de la sociedad civil, que generalmente en el Perú son el mundo de las ONG y los movimientos sociales.

Las acciones colectivas que estos dirigentes coordinaban no tenían como objetivos modificar las relaciones de poder existentes. Pero las características “performativas” de los actores que proceden de estos espacios, ahora son puestas a prueba en un espacio con códigos, tradiciones y patrones culturales establecidos, donde tienen que instalar demandas y argumentos ante adversarios que no solo están en el parlamento, sino que también han instalado su pensamiento en la mayoría de limeños que se mantiene altamente derechizados. Este cambio de escenario político ha generado que los recursos y las agencias que hicieron posible la representación electoral de varios congresistas del Frente Amplio se vuelvan insuficientes a la hora del debate y la disputa dentro de la política mediática actual.

A los esfuerzos por ser legítimos representantes de algunos sectores populares, urge sumar la tarea de la elevación de la política nacional, la defensa del debate, la victoria de los argumentos y la agitación política. La historia no demanda una izquierda que solo quiera pintar de colores el parlamento, sino que también se las ingenie para conquistar derechos para la gente.

Marco Sipán

 
Marco Sipán
15 de septiembre del 2016

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