Giacomo Ugarelli

La ironía de la paz

La ironía de la paz
Giacomo Ugarelli
20 de abril del 2017

El mundo según Donald Trump

En las ciencias políticas existe una teoría, desarrollada por el reconocido politólogo Kenneth Waltz, que sugiere que cuantos más países tengan armas nucleares, más pacífico será el mundo. Cachemira es un buen ejemplo; un territorio entre la India y Pakistán cuya soberanía ha sido disputada durante décadas, inclusive militarmente. Desde que ambos países desarrollaron bombas atómicas, el conflicto ha evolucionado hacia un mayor diálogo por temor a la aniquilación mutua.

Donald Trump parece seguir una lógica similar: utilizar la fuerza para disuadir a los enemigos de Estados Unidos. El 7 de abril Trump ordenó el lanzamiento de 59 misiles Tomahawks, mientras se reunía en Florida con el mandatario chino Xi Jinping. Esta acción militar fue una respuesta al presunto ataque con armas químicas llevado a cabo por el régimen sirio de Al Assad. Pero el propósito de los Tomahawks no fue solo militar; Trump demostró su poder delante de Xi Jinping e “informó” a los rusos (quienes avisaron a tiempo al dictador sirio para que retirara muchos de sus aviones), sin consultar ni pedir permiso. En otras palabras, Trump mandó un mensaje político al mundo: “el que manda aquí soy yo”.

Su segundo objetivo militar fue el Estado islámico en Afganistán, con el lanzamiento del arma no nuclear más potente de los EE. UU., también descrita por los titulares de prensa como “la madre de todas las bombas”. Y el lunes, Trump envió un portaaviones y a su vicepresidente a la frontera de Corea del Norte para decir “no soy Obama, yo si actuó”. ¿Iniciará la tercera guerra mundial?

A raíz de estas decisiones militares tan abruptas, una reciente encuesta señala que el 63% de la población norteamericana piensa que Trump es impulsivo a la hora de tomar decisiones importantes —es decir, se deja llevar por las emociones— algo que espantaría al propio Maquiavelo. Esta percepción de que Trump está lo suficientemente loco como para iniciar una guerra es precisamente lo que podría evitar más conflictos. El ser humano busca la supervivencia y piensa que los líderes son actores racionales y no suicidas, aunque muchos sigan su agenda personal. Por ello, provocar a un gigante con un arsenal muy superior al propio sería un gran riesgo.

El problema es que, en las relaciones internacionales, como en la física, cuando uno ejerce una fuerza sobre otro, este responde ejerciendo una fuerza de igual magnitud. En el contexto de esta dinámica, actualmente los ojos del mundo están enfocados en Rusia y Corea del Norte. El poder de Putin y de Kim Jong-un depende de la credibilidad de su acción. Así, se sentirán obligados a manifestarse de alguna manera para demostrar que siguen siendo líderes a pesar del nuevo sheriff Trump. Para lograr la paz, Trump tendrá que buscar un balance para intimidar a sus oponentes sin que estos sientan una presión que les lleve a responder violentamente, pues un pequeño error de cálculo podría tener consecuencias inimaginables.

Giacomo Ugarelli

Magíster. University College London (UCL)

 
Giacomo Ugarelli
20 de abril del 2017

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