Martin Santivañez

La identificación del enemigo

La identificación del enemigo
Martin Santivañez
09 de mayo del 2017

Radicalismo marxista es el verdadero enemigo de la democracia

Una operación fundamental de la política es la identificación correcta de los aliados (amigos) y de los enemigos. En el juego de posiciones que es la búsqueda del poder, cribar de manera correcta el espectro de los amigos y enemigos permite posicionarse y desarrollar una estrategia. El que no sabe en quién puede apoyarse y a quién debe batir está condenado a la derrota a mediano o largo plazo. La política peruana es volátil y la identificación del enemigo es particularmente difícil. Con todo, se trata de un aspecto esencial de todo esfuerzo político, y la historia de los últimos treinta años arroja algunas conclusiones que bien se pueden extrapolar al futuro inmediato.

La primera conclusión es que la izquierda antifujimorista ha elegido mal sus apuestas presidenciales. La apuesta por Toledo está naufragando en un escenario de presunta corrupción y, por tanto, el discurso de la “decencia política” se liquida en medio de un escándalo que pone en entredicho los logros económicos del toledismo. La izquierda sostuvo al toledismo creando con él una simbiosis que permitió su retorno al Estado peruano. Es posible rastrear hasta la época toledista la penetración de la izquierda en el aparato estatal, una presencia administrativa que se mantiene hasta el día de hoy. Pero si la apuesta por el toledismo fue táctica, el apoyo al humalismo fue ideológico. En un momento concreto, la izquierda peruana consideró viable el sendero chavista liderado por un militar como Humala o, en su defecto, un triunfo de una versión lulista apuntalado con el apoyo de las empresas benefactoras del Partido de los Trabajadores. Su apoyo a Humala no solo estuvo determinado por su odio a Fuerza Popular. También por un proyecto político-ideológico que coincidía con su programa histórico. Por eso, cuando la izquierda intenta deslindar apelando a su antifujimorismo, es preciso recordarle que nunca durante la campaña que llevó a Humala al poder se mostró contraria a su programa político, ni cuando fue radical ni cuando se situó en el centro debido a la presión del liberalismo vargasllosista. Humala llegó a la presidencia con la simpatía de la izquierda basada en la ideología y merced a la confluencia de intereses estratégicos que aseguró la permanencia de los cuadros izquierdistas en el aparato estatal.

La segunda conclusión es que el liberalismo vargasllosista ha sellado su pacto con la izquierda basado en el antifujimorismo. Vargas Llosa ha identificado como enemigo político a Fuerza Popular y toda su estrategia se basa en retrasar el acceso de Keiko Fujimori al poder. El pacto entre los liberales vargasllosistas y la izquierda que se encuentra enquistada en el Estado se ha redituado para sostener la presidencia de Kuczynski. El apoyo del liberalismo vargasllosista a Humala y Toledo se enmarca dentro de esta política antifujimorista y aparentemente nada hará cambiar esta postura. Sin embargo, mientras el enemigo es identificado operativamente con Fuerza Popular, el verdadero enemigo, el radicalismo marxista, el filo terrorismo del MOVADEF, el auténtico ente hostil, se pasea por las calles mientras nos empeñamos en hacer de la política electoral un campo de Agramante. El Perú tiene que definir la naturaleza de sus verdaderos enemigos. He allí el primer paso para derrotarlos de verdad.

Martín Santiváñez Vivanco

Martin Santivañez
09 de mayo del 2017

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