Daniel Córdova

La fatal arrogancia neo-liberal

La fatal arrogancia neo-liberal
Daniel Córdova
16 de diciembre del 2015

Sobre el MEF y la caída de la inversión privada y pública

El eco que tuvo la crítica al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en la CADE, por la mayor parte de candidatos a la Presidencia, incluida nuestra anterior columna en este Portal, suscitó algunas reacciones en defensa del actual titular del sector. Según los defensores del status quo, hay que felicitar el MEF por haber fungido de escudo protector contra las iniciativas populistas del Ejecutivo. Y a quienes, como PPK (que a sus 77 años los ha llamado al orden), se atreven a insinuar que hay que ser más agresivos en el uso de los recursos públicos para cerrar la brecha de infraestructura, los ha comparado con “chiquillos traviesos”. Así, habría que felicitar al MEF por haber desempeñado el ingrato rol del “adulto maduro”, aquel de evitar una irresponsable farra fiscal.

Un tema que Vargas Llosa no deja de subrayar cuando define el liberalismo es la crítica al economicismo liberal que, de una vez por todas, vamos a llamar neo-liberalismo: aquella tendencia a limitar la concepción de “liberalismo” a la economía de mercado, sin importar las libertades políticas y las libertades sociales. Algo similar sucede en el campo estrictamente económico, cuando sobre la base del ABC de la economía, se limita el papel del MEF al cuidado de las finanzas públicas. Según este punto de vista, tan solo considerar que la inversión pública y privada debe ser impulsada por el Estado, sin dejar de respetar la ortodoxia fiscal, es irresponsable. Opinión a la que siempre tuvieron que hacer frente los visionarios que desde el terreno político lideraron el desarrollo de economías como la de Estados Unidos en el siglo XIX o las del este asiático en el siglo XX.

El impulso a las infraestructuras desde el Estado ha sido siempre la columna vertebral del proceso de desarrollo en las economía capitalistas. Las concesiones para el desarrollo de la infraestructura de transporte y el planeamiento del desarrollo urbano fueron el soporte de la apertura de la frontera económica en los Estados Unidos desde su independencia. El papel promotor de la inversión privada y pública en industria pesada en la Corea del Sur de los años 1960 y 1970 fue clave en su desarrollo y se hizo en contra de los consejos de misiones del Banco Mundial, que  insistían en que no era recomendable ir en contra de la teoría de las ventajas comparativas (que era la producción de arroz y textiles en ese entonces).

Esos países no hicieron políticas de desarrollo echando mano a la farra fiscal. Lo esencial fue el producto de esfuerzos institucionalizados de gestión pública en el terreno y privilegiando la inversión privada.

El esfuerzo del MEF por detener las iniciativas estatistas o populistas debe ser reconocido. Pero de ahí a utilizar este mérito para descalificar críticas con sustento, cuando las cifras de inversión pública y privada están en rojo, es insistir en una complacencia que atenta contra el desarrollo.

Friedrich Hayek sostenía que los planificadores “ingenieros sociales”, que desde el Estado pretenden saber más que los actores del mercado, adolecen de una fatal arrogancia. Algo así está pasando con cierta juventud liberal que nos da lecciones de economía sin molestarse en analizar otras experiencias, ni haber enfrentado en el terreno la desidia vigente frente a la caída de la inversión, a pesar de las decenas de Iniciativas Privadas en espera de ser aprobadas. Es la fatal arrogancia neo-liberal.

Por: Daniel Córdova

Daniel Córdova
16 de diciembre del 2015

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