Juan José García

La fábula del elefante y los servicios públicos

La fábula del elefante y los servicios públicos
Juan José García
11 de febrero del 2016

Sobre incremento del gasto y la calidad de los servicios

Jaime Saavedra, Ministro de Educación y destacado tecnócrata escribió la semana pasada un artículo (“Empezar a desmitificar al elefante”, El Comercio, 5.2.2016) con un planteamiento que, cuando menos, debería incomodar a los contribuyentes. Saavedra sugirió que el tamaño del Estado en términos de gasto público es minúsculo, comparándolo en términos relativos con economías desarrolladas como Estados Unidos y el Reino Unido. Asimismo, afirmó que es imposible que se mejore la cobertura y la calidad de los servicios públicos sin incrementar el presupuesto estatal. No obstante, lo que no explicó es ¿qué opciones existen para ampliar nuestro modesto presupuesto fiscal?

Los gobiernos tienen solo dos formas de financiar su gasto. Por un lado, existe la poco popular opción de incrementar repentinamente los impuestos a las empresas y a los ciudadanos. Como se puede intuir, esta medida repercutiría negativamente en la popularidad del gobierno de turno. Al fin y al cabo, a nadie le gusta que le metan la mano al bolsillo para financiar instituciones, obras y servicios que no necesariamente lo benefician. Los servicios que el Estado nos presta son muy eficientes (seguridad, sanidad, entre otros).  

Por otro lado, existe la discreta opción de que un gobierno gaste por encima de sus posibilidades, pidiendo prestados fondos en los mercados financieros. Esta medida no suele afectar la popularidad del gobierno de turno y le permite acceder a financiamiento para llevar a cabo proyectos de interés nacional. El problema, como todo en la vida, empieza cuando se abusa o se maneja mal este mecanismo. Es necesario tener en cuenta que pedir prestado implica dejar de consumir algo en el futuro para consumirlo hoy.

¿Cómo se financia el Perú? Implícitamente (al proponer más gasto) el ministro Saavedra aboga por el incremento de impuestos o por más endeudamiento. Señala que la presión tributaria que afrontan los ciudadanos es de 18%, por lo que habría margen para recaudar más. Este cálculo de presión tributaria, sin embargo, es poco exacto. No todas las personas pagan impuestos de sus ingresos. Según cálculos de Contribuyentes por Respeto, solo el 11.5% de los ciudadanos que componen la PEA empleada contribuye al fisco con recursos de su bolsillo, y lo que se aporta es aproximadamente el 27% de los ingresos. Un incremento de impuestos afectaría directamente a este pequeño grupo.

En relación con el endeudamiento público es necesario reconocer que se ha manejado de muy buena manera. Una de las políticas peruanas más destacadas en materia económica de los últimos quince años fue la del establecimiento de la regla fiscal, la cual permitió reducir sostenidamente el nivel de endeudamiento público del 45% al 20% del PBI, del 2004 al 2014. Esta regla indicaba que el déficit del fisco no podía superar el 1% del PBI, lo cual se cumplió a rajatabla desde el 2007 al 2014, sin considerar el 2009, año más intenso de la crisis global. No obstante, el año pasado el déficit cerró en 2.1% del PBI, punto más alto desde el 2002, lo cual se debió al cambio de la regla (que ahora establece un déficit de 3% en lugar de 1%) y a la desaceleración económica.  

Entonces, ¿deberíamos o no incrementar el presupuesto fiscal para mejorar los servicios públicos? Es posible, sí. Pero es imprescindible que para ello se busque incluir en la base tributaria a aquellos agentes que actualmente no pagan impuestos. No obstante, a diferencia de lo que sugiere Saavedra, sí podemos mejorar la calidad de los servicios con la misma cantidad de recursos disponibles. Esto no es ficción.

Levitt y Dubner (Superfreakonomics, 2009) proponen un ejemplo de cómo se puede incrementar la calidad de los servicios públicos con mejoras en la gestión, sin gastar más. En las clínicas y hospitales de Estados Unidos a inicios del 2001 un médico utilizaba el 60% de su tiempo en la “gestión de información” del paciente y solo 15% en el tratamiento efectivo. Dicha situación cambió a partir del 2006, con la implementación del sistema de información de instituciones de salud integrado “Azyxxi”. De esta manera, el tiempo utilizado por los médicos para la obtención de información necesaria se redujo drásticamente, lo que permitió atender a más pacientes con la misma cantidad de recursos. Ejemplos como éstos abundan, solo es cuestión de buscar un poco.

Es imperativo mejorar la calidad y cobertura de los servicios públicos antes de pensar en elevar la carga tributaria de los contribuyentes. Pensar que los países tienen mejores servicios públicos porque gastan más es una fábula digna de Esopo.   

JUAN JOSE GARCIA CHAU

 
Juan José García
11 de febrero del 2016

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