Dante Bobadilla

La eterna revolución

Los jóvenes siempre quieren rebelarse contra el “sistema opresor”

La eterna revolución
Dante Bobadilla
05 de abril del 2018

 

El mayor problema de envejecer es que el mundo te empieza a aburrir, pues ya lo viste todo. Y lo peor es que todo vuelve a repetirse una y otra vez. Cada generación comete los mismos errores y defiende las mismas boberías como si fueran novedades ingeniosas. Creen en el charlatán de moda como si fuera el verdadero mesías, defienden la última reforma como si fuera la que el mundo estaba esperando. Hablan de “cambio” repitiendo las mismas ideas fracasadas generación tras generación, aunque cada una con su propio lenguaje.

Los jóvenes son arrogantes e ingenuos. Creen saberlo todo cuando es evidente que no saben nada. Se comportan como si el mundo acabara de crearse y estuviéramos recién en busca de soluciones. No tienen cómo saber que una idea bonita es un refrito o un disparate relamido ya fracasado. Se lo creen todo. Los manipulan con sentimentalismo y aprovechan su inocencia e indignación para alimentar su rebeldía con discursos vigorosos.

Desgraciadamente el mundo es manejado por políticos sin escrúpulos, cuyo único interés es mantenerse en el poder gracias a las masas incautas. Por eso dieron el voto a jóvenes de 18 años, y en algunos países incluso a los de 16 años. Nadie debería votar en una democracia si no es parte del sistema productivo, pues solo así sentirá las consecuencias de su voto. No se pueden tener derechos sin responsabilidad. Y nada de esto ocurre antes de los 23 años, en promedio. Y si quieren razones de mayor peso, citemos a la neurociencia que confirma que la maduración del córtex prefrontal no se produce hasta los 25 años, por lo menos. Esta zona es fundamental para funciones cognitivas superiores como la planificación y el comportamiento social. ¿Bajo qué razón entonces puede darse el voto a jóvenes de 18 años o menos, que no han acabado una carrera, que no laboran y aún son dependientes de sus padres?

No es raro pues que la juventud esté plagada de izquierdismo, el sector donde proliferan las ideas más baratas y cursis, y las propuestas fracasadas del socialismo, que son retocadas y vueltas a vender como grandes novedades. Las últimas causas de izquierda solo han disgregado la lucha de clases del ayer en una multitud de causitas bobas que siguen propiciando lo mismo: la lucha de clases. Pero ya no solo entre burgueses y proletarios, sino a todo nivel, incluso entre hombres y mujeres. La confrontación social es la metodología política de la izquierda, su meta es la destrucción del “sistema”, en busca del “nuevo orden mundial”. Delirios insanos que llevaron a grandes genocidios en el pasado, pero que siguen repitiéndose.

No es raro que el izquierdismo prenda fuego rápidamente entre los jóvenes, pues ignoran la historia pero creen en mitos y cuentos, carecen de criterio para discriminar malas y relamidas tesis políticas, y son guiados por sus propias crisis existenciales típicas de la juventud. Se encandilan con el disfraz de “luchador social”, con la pose correcta y el lenguaje cursi: todos y todas, inclusión social, equidad de género, derechos sociales, ecologismo, etc. Nuevas palabrejas para la misma vieja táctica política del conflicto social y el caos.

A los jóvenes les hacen creer que el mundo está mal y deben indignarse. Como todo está mal, hay que cambiarlo todo. Les dicen que hay “poderes ocultos” y “oscuros intereses” que mantienen este sistema nefasto para esclavizarnos. Les dan la misión de rebelarse contra el “sistema opresor” (patriarcal, capitalista, neoliberal o como se lo pinten a cada generación) para crear el mundo feliz. Este es el cuento infantil más viejo y relamido de la historia, pero todavía funciona. Y a los jóvenes les encanta. Una vez más manipulan la educación con los mismos fines. Ahora con “equidad de género” para crear el “nuevo hombre” para la “nueva sociedad justa”. De niño ya escuchaba estas estupideces de parte de los genios rojos a cargo de la revolución de Velasco, y lo que tuvimos después fue senderismo.

Cada generación se traga el cuento entero de la justicia social y sale a marchar con su izquierdismo infantil, a tirarle piedras al sistema. Por lo menos ya pasó la locura de tomar el poder por las armas. Al menos eso parece, pero quién sabe. La película siempre se repite.

 

Dante Bobadilla
05 de abril del 2018

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