Octavio Vinces

La épica de un espectáculo global

La épica de un espectáculo global
Octavio Vinces
17 de junio del 2014

Sobre el fútbol, héroes y villanos

Sobre el último minuto del tiempo suplementario del encuentro entre Uruguay y Ghana, en los cuartos de final de la Copa del Mundo de Suráfrica 2010, el delantero Luis Suárez logra bloquear con la mano un balón que se dirigía inexorable al fondo de la portería de su equipo. El árbitro sanciona el penalti y expulsa al jugador uruguayo. Seguidamente la estrella ghanesa Asamoah Gyan yerra la pena máxima reventando el balón en el travesaño, y desperdicia así la oportunidad de convertir a su equipo en la primera selección africana en llegar a la ronda semifinal de un Mundial de fútbol. Antes de internarse en el túnel del vestuario y desaparecer de escena, Suárez tiene tiempo para celebrar, con gesto grandilocuente, la resurrección de su selección nacional segundos antes desahuciada. Lo que sigue es historia harto conocida. Uruguay derrota a Ghana en la ronda de penaltis y pasa a semifinales, donde se enfrentará con el equipo de Holanda. Luis Suárez no podrá ser alineado en ese encuentro, pero se convierte en un héroe futbolístico.

Es cierto que en otros deportes una situación similar podría generar consecuencias radicalmente opuestas. En el baloncesto, por ejemplo, se interpretaría que Ghana logró la anotación y por tanto habría ganado el partido. Resulta razonable y justo que así sea. La acción irregular de un contrario no debería hacer nulo el logro lícitamente obtenido sobre el campo de juego. Esta lógica, sin embargo, no aplica para el mundo del fútbol, donde existe un margen bastante amplio para que la injusticia y la arbitrariedad operen de modo que el triunfo no siempre corresponda a quien se lo merece. No sólo está el hecho de que los árbitros suelen tomar decisiones erradas —en ocasiones de manera sospechosa, todo hay que decirlo—, sino que incluso puede afirmarse, sin temor a exagerar, que la aplicación de sus reglas incentiva el uso de la trampa, el engaño y el fingimiento, porque el beneficio potencial que se obtiene con estas argucias supera largamente el costo que implica su penalización. La célebre «mano de Dios» con que el argentino Diego Armando Maradona anotó un tanto en el Mundial de México 1986, y el gol fantasma del inglés Geoff Hurst en la final del Mundial de Inglaterra 1966, son apenas dos ejemplos dentro de la interminable lista de engaños e injusticias que han sido determinantes en el resultado de un encuentro de fútbol.

Pero, por paradójico que resulte, quizá precisamente a esto se deba la irrefrenable pasión que el llamado «deporte rey» viene provocando a lo largo de los años, como si los seres humanos tuviéramos la fatal inclinación de idolatrar a los ganadores independientemente de sus vicios o sus posturas morales. Los griegos de la Antigüedad sabían de esto y desarrollaron una épica plagada de seres que odiaban, mentían y traicionaban, al tiempo que emprendían las acciones heroicas por las que serían recordados y glorificados.

En el siglo XX Jorge Luis Borges afirmaba que los escritores habían olvidado sus deberes con la épica, pero que Hollywood se había encargado de salvar ese género a través del western. Hoy en día, cuando la proliferación de la «corrección política» hace que los pistoleros de John Ford, Howard Hawks o Sergio Leone sean héroes inviables para la industria cinematográfica, no sería extraño que el fútbol en general, y la Copa del Mundo en particular, sirvan para satisfacer la sed de una épica en la que el ardid y la mentira son aplaudidos siempre que propicien la obtención del triunfo, que es, en última instancia, lo único importante. De ahí que cada Mundial de fútbol sea un evento global capaz de generar niveles de atención más altos que ningún otro. Un espectáculo irresistible para las masas sedientas de épica. Y además una incansable fábrica de pequeños héroes de rasgos villanos que, de algún modo, parecen querer imitar a los protagonistas de los mitos fundacionales.

 

Por Octavio Vinces

Octavio Vinces
17 de junio del 2014

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