La educación le importa a un PPK revolucionario

Actual ministro de Educación, Jaime Saavedra, voceado para continuar

La educación ocupa el segundo lugar de preocupación de la población después de inseguridad ciudadana. Así, el Ministerio de Educación aprueba un nuevo currículo de educación básica —“menos extenso, pequeño pero eficiente”—, dándole valor a deberes y derechos, ciencia y tecnología para aprender a resolver problemas, comunicaciones para transmitir mensajes claros, arte, educación física e inglés. Un currículo en el que prevalece la meritocracia y las competencias transforman la mentalidad de los estudiantes.

Las escuelas existen por los alumnos y no por los profesores o edificios. En PISA 2015, Polonia sube posiciones utilizando edificios viejos como colegios, de antes de las dos grandes guerras. Así también, la razón de los gobiernos son la población, y no los burócratas ni políticos. Ningún esfuerzo en este campo debe desviarse de la naturaleza educativa. El Estado no puede abandonar sus obligaciones principales y dedicarse, por ejemplo, a las actividades empresariales, que desempeñan mejor los privados; no puede abandonar su responsabilidad de proveer seguridad ciudadana, educación, salud pública y crear infraestructura productiva para promover actividades económicas que favorecen a las mayorías.

En este portal, Eduardo Zapata dijo claramente que no se debería aumentar un solo centavo más si la educación sigue siendo mala. Por su parte, Milton Friedman sostiene, en Libertad de elegir, que la escuela —además de la enseñanza— debe buscar la integración social, y que cuando aparece la escuela pública con sus deficiencias, es que la escuela privada interviene para mejorar la situación. Entre otras consideraciones educativas, es entonces cuando la realidad hace exactamente lo contrario a esa búsqueda de integración. Mirando los uniformes escolares sabemos quienes serán más adelante los dominantes y quiénes los dominados.

Tantos desencuentros y desórdenes son consecuencia de las ausencias de diálogo y compromiso. Las desigualdades enraizadas en el alma nacional son lastres que impiden más espacios comunes. El uniforme único que implantó la dictadura de Juan Velasco fue tal vez un buen intento para alcanzar la unidad nacional. En la sicología colectiva ha penetrado la idea de diferenciarnos unos de otros, de creernos dueños de la verdad y de estar por encima del resto, de alimentar individualismos en desmedro del ideal colectivo. Claro, todos somos diferentes, criaturas únicas con más o menos cualidades y defectos. Sin embargo, aquí las diferencias no van por el lado de las habilidades y torpezas, sino por el de los lujos y vanidades, de quien es o no de barrio. Así, la eliminación del uniforme único le quitó al Perú una oportunidad que pudo calar y fortalecer instintos de igualdad, de sentirnos idénticos al resto y de vernos reflejados en el prójimo. Hoy, los uniformes separan a quienes son del colegio 31501 y de quienes son del Lord Byron en versión peruviana. Mientras en Finlandia se enseña cooperación y solidaridad, aquí se enseña y se da testimonio constante de todo lo contrario.

El actual ministro de Educación, Jaime Saavedra, es voceado para continuar durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Valen los pronunciamientos reiterados de PPK. Dice que “no se ha invertido para ser un país socialmente desarrollado”. No todo son cifras económicas e inversiones. La riqueza en medio de la pobreza es ilegítima. La escuela existe para promover constante aprendizaje y formación de hombres de bien, debe privilegiar el conocimiento y no la titulación, debe edificar hombres sin temores ni complejos, sin resentimientos ni taras.

Manuel Gago