María Cecilia Villegas

La distancia que nos separa

La distancia que nos separa
María Cecilia Villegas
03 de septiembre del 2015

Sobre las protestas en Loreto y nuestra debilidad institucional.

Y así, sin que las autoridades en Lima, siempre tan distantes, siempre tan lejanas a lo que sucede en el resto del Perú, se den cuenta, en Loreto les incendiaron la pradera. Incendio que, por si no se ha enterado, lo que busca es quitarle a una empresa privada canadiense la explotación del lote 192 y lograr que sea Petroperú quien se encargue. Pero, ¿cuáles son las razones detrás de estas movilizaciones?

Loreto es una de las regiones que está más desconectada del resto del país, sin estabilidad económica y sin un estado que haya sabido implementar políticas públicas que fomenten la inversión privada y el desarrollo. Ello a pesar de los enormes recursos naturales con los que cuenta. La caída en el ingreso de la región por el canon petrolero ha afectado seriamente la capacidad de los gobiernos sub-nacionales para brindar servicios. Para que se haga una idea, en el 2014 los ingresos por el canon petrolero fueron de S/.153.3 millones, mientras que este año Loreto recibiría únicamente S/.43.9 millones. Y uno se pregunta, ¿conociendo las falencias de los gobiernos regionales y locales, que hizo el gobierno central para prepararlos para la caída en los ingresos?

La explotación de Recursos Naturales es un tema bastante complejo. Si bien genera beneficios económicos, las comunidades de la zona de influencia de los proyectos no siempre reciben los beneficios que deberían. El Estado peruano ha sido incapaz de regular adecuadamente a las industrias extractivas y estas, expertas en capturar rentas del Estado (y funcionarios), no solo tienen una imagen negativa, sino que han generado gran desconfianza en las comunidades. Estas no tienen “voz”, ni existe presencia del Estado que tutele sus derechos, y los partidos políticos no logran funcionar como correas de transmisión de sus intereses. En el caso de las comunidades y los nativos, los partidos no tienen presencia alguna. Esta falla en el mercado político es la que ha permitido que la izquierda radical capture la “voz” de las comunidades, al ser los únicos que las escuchan. Y sus métodos violentistas no hacen más que perjudicar el crecimiento y el desarrollo del país.

Esto sucede cuando el Perú se prepara a entrar a la campaña electoral 2016. Ello significa que en los próximos meses no existirá tregua alguna para la estabilidad y gobernabilidad del país. Y es que los candidatos presidenciales se valdrán de lo que sea necesario para hacerse del sillón de Pizarro. ¿Recuerda el “Agua si, Oro no” del candidato Ollanta Humala? Pues lo mismo nos espera en los próximos meses. Y aquí un adelanto: contra lo que uno esperaría Keiko, Fujimori mostró su apoyo a que Petroperú explote el Lote 192.

Todo ello muestra que en el Perú vivimos la falta de una democracia funcional. ¿Que significa esto? Para que una democracia funcione se necesita: que los ciudadanos tengan confianza en el Estado. Esto es que sepan que el Estado va a responder imponiendo orden y seguridad, controlando la violencia, administrando justicia, defendiendo derechos de propiedad y garantizando libertades civiles, políticas y económicas. Pero además se necesita el respeto de los ciudadanos a la autoridad. En el Perú no existe ninguna. Lo que tenemos es una falta de representación política real. Nadie cree en el Estado, ni en los políticos. Esta es la verdadera debilidad institucional del Perú.

Por: María Cecilia Villegas

María Cecilia Villegas
03 de septiembre del 2015

COMENTARIOS