Jorge Valenzuela

La deuda con Arguedas

La deuda con Arguedas
Jorge Valenzuela
10 de junio del 2015

A propósito de la publicación de Todas las sangres: 50 años después

Parece que hubieran tenido que pasar cincuenta años para reconocer la naturaleza ficcional y el lugar relevante que le corresponde a una novela como Todas las sangres en el concierto de la literatura peruana del siglo XX. Del vicioso aluvión de barro, ignorancia, prepotencia y malentendidos que le fueran arrojados al libro, allá por los años sesenta, por los sociólogos y antropólogos del IEP, apenas quedan algunas manchas que, precisamente una socióloga como Carmen María Pinilla, se está encargando, con mucho esfuerzo, de borrar.

Después de editar gran parte de la correspondencia de Arguedas, escribir ensayos en torno a su obra y publicar las actas generadas a partir de congresos especializados, Pinilla nos entrega hoy, gracias al apoyo del Ministerio de Cultura, un interesante libro que celebra los cincuenta años de publicación de Todas las sangres. Aunque la mayoría de las contribuciones provengan de intelectuales del ámbito de las ciencias sociales (no podría ser de otro modo tratándose de una socióloga) el libro respira saludablemente nuevos aires y, con los pulmones bien abiertos, se abre a una lectura menos prejuiciada.

El libro está dividido en tres partes: Testimonios, Ensayos e Investigación.

La primera parte busca (a partir de entrevistas realizadas a Francisco Miró Quesada, Aníbal Quijano y Mario Vargas Llosa, a las que debemos sumar una carta inédita de Arguedas a Elsa Samanez Concha y el testimonio de los hijos de esta última) recuperar el valor y las circunstancias que rodearon la publicación de la novela. En esta parte hay que mencionar las declaraciones de Vargas Llosa en torno a las creencias arguedianas en torno a la literatura, a la caricaturización de los personajes que representan a los capitalistas en la novela, a su impericia en el manejo de técnicas narrativas modernas y al proyecto ideológico colectivista que, según nuestro Premio Nobel, terminaron por arruinar a Todas las sangres. Insiste erradamente Vargas Llosa en sostener que Arguedas “buscaba, de alguna manera, la resurrección de un pasado mítico, un pasado que nunca existió”, cuando todos sabemos, por ejemplo, que la experiencia de modernización del Valle del Mantaro, que conoció y estudió Arguedas, lo había alejado de ese anacronismo irrealista del que hasta el día de hoy lo sigue acusando Vargas Llosa.

Con respecto a las declaraciones de Quijano vale la pena destacar lo que dijo al momento de la publicación de Todas las sangres y lo que sigue sosteniendo hoy respecto de ella:“La novela es la más vasta empresa narrativa del Perú. Es el intento de cubrir toda la heterogeneidad histórico estructural, la heterogeneidad cultural de nuestra sociedad”. Es importante también para Quijano advertir que la novela pone en evidencia una estructura de poder asociada a las formas de colonialidad supérstite en todo el continente americano.

Con respecto a los ensayos, destaquemos en el de Martin Lienhard, que pone sobre el tapete, una vez más, el tan debatido tema de las relaciones entre la realidad y la ficción enTodas las sangres, tema que suscitó la incomprensión, respecto del hecho literario, de los sociólogos y antropólogos del IEP, en 1965. Lienhard deja claro, para los científicos sociales, una vez más, que hablar de la novela “desde la perspectiva de su adecuación o no a la realidad histórica no tiene sentido”. Los ataques que Arguedas recibió en el IEP la infausta noche en la que fue debatida su novela por los científicos sociales en bloque, demandando de la literatura explicaciones o justificaciones científicas para ser pertinente, no volverán a repetirse nunca más en la figura de un escritor peruano.

Finalmente, en la sección “Investigación”, el libro nos brinda un acercamiento al distrito de San Juan de Lucanas, representado literariamente por Arguedas en Todas las sangres. La labor de investigación de la antropóloga Cecilia Rivera le ha permitido realizar una reconstrucción histórica del distrito en la que destaca los cambios sociales, económicos y culturales acaecidos en el lugar en las últimas décadas. Así, se acerca al papel de los nuevos actores sociales, a la creación de un nuevo mercado local y a las nuevas relaciones de poder desarrolladas a partir de una dinámica democrática entre las comunidades empoderadas y el Municipio.

Este libro, pues, cumple, con rendir un homenaje a la notable novela de Arguedas y pone en evidencia, desde la dominante óptica de la antropología y sociología con que ha sido editado, el progreso de las ciencias sociales en sus relaciones con la ficción literaria.

Era una deuda que los “doctores”, como los llamaba Arguedas, tenían con él.

Por Jorge Valenzuela

10 – Jun – 2015

Jorge Valenzuela
10 de junio del 2015

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