Darío Enríquez

La derecha alternativa en un momento clave

La derecha alternativa en un momento clave
Darío Enríquez
14 de diciembre del 2016

El mundo se dirige hacia un cambio fundamental

No existe una forma clara de caracterizarla, pero la lógica difusa es muy útil para aproximarse a la comprensión de su naturaleza y dinámica. Tiene orígenes diversos, inspiraciones a veces divergentes y objetivos que pueden ser hasta opuestos. Se ha comenzado a llamar “derecha alternativa” a ese fenómeno político que desde el lado diestro del espectro pone en jaque al establishment mundial.

En efecto, ignorando el efecto de fortalecimiento de culturas locales que advirtieron visionarios de la globalizaciòn como Alvin Toffler, quienes fungen de titiriteros del nuevo orden mundial enfrentan una bestia ubicua, multicolor, impredecible y que desafía los poderes establecidos que se cobijan en la cómoda silla de montar del consenso (léase parasitismo) socialdemócrata. Lo que sabemos de los retadores de aquí, allá y acullá es que son “de derechas”, o al menos así se les ha venido llamando con intención estigmatizante. Al parecer, en el mundo del siglo XXI, esa alquimia socialista de estigmatizar a la derecha está llegando a su fin.

La larga lista sigue creciendo. Las derechas anti establishment en Europa solían alcanzar apenas el 20% y sucumbían al blindaje sistémico de las segundas vueltas y los congresos controlados por el establishment. Pero hace unos días la derecha alternativa austriaca ha alcanzado un sólido 47% y ya se comenta que solo es cuestión de tiempo para que acceda al poder. En Francia, Marine Le Pen amenaza llegar al 30% de preferencias en las encuestas y François Fillon, quien derrotó claramente a Nicolas Sarkozy en las primarias de la derecha sistémica francesa, viene tomando perfiles de derecha alternativa. Es probable que tengamos una segunda vuelta con dos derechas alternativas disputando el poder. En Holanda, la derecha alternativa de Geert Wilders es favorita para llegar al poder. En Polonia ya gobierna la derecha alternativa y le va muy bien. En Alemania, Angela Merkel hace amagos para acercarse a una derecha alternativa que estaría emergiendo. El zapatazo contra la independencia de Escocia, el mazazo del Brexit y el batacazo contra el primer ministro italiano, son considerados todos fenómenos de derecha alternativa. En España hay una nueva izquierda cretina, anquilosada y reaccionaria, liderada por Podemos, que estaría creando condiciones para la emergencia de una derecha alternativa. Ciudadanos sigue siendo golondrina y Vox una aspiración idealista. Como sabemos, España enfrenta desde hace casi una década los estragos de una clase política en la que incluso su derecha sistémica es “ultraestatista”.

En USA, el remezón que sufrió el mundo con el triunfo de Donald Trump abre un espacio de derecha alternativa que —como todos los otros— es impredecible. Un elemento común en todos estos personajes “alternativos” es que enfrentan, soportan y finalmente superan una despiadada anticampaña promovida por medios de comunicación cada vez más entregados a las mieles y los placeres del establishment. El caso colombiano es una muestra clara de cómo la gente eligió un camino alternativo a la #PenséeUnique del parasitismo socialdemócrata que pretendió imponerse haciendo uso de un aplastante —aunque al final poco efectivo— blitzkrieg mediático. Pasó también en Argentina con el triunfo de Macri, enfrentado a una maquinaria totalizante del peronismo kirchnerista. Chile sigue siendo políticamente un país contracíclico, aunque por los pésimos resultados que viene obteniendo el zigzagueante segundo gobierno de Bachelet, las condiciones apuntan a crear espacio para una opción alternativa.

 

En Perú, es el nuevo fujimorismo el que se acerca más a la figura de derecha alternativa, bajo un perfil popular, y en las últimas elecciones logró un inobjetable triunfo en el Parlamento, aunque fue derrotada en la segunda vuelta por una derecha sistémica de tipo mercantilista, representada por Pedro Pablo Kuczynski. La llegada al poder del nuevo fujimorismo solo es cuestión de tiempo, aunque la izquierda reaccionaria aliada con los medios de derecha mercantilista mantienen una sólida unión, en la medida que se trate de oponerse a ello. La aplanadora mediática es una suerte de aguja imantada que, según sea a quien ataque, pone en evidencia dónde podría estar consolidándose una derecha alternativa.

 

Darío Enríquez

Darío Enríquez
14 de diciembre del 2016

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