Eduardo Zapata

“La curricula”: así, pues sí…

“La curricula”: así, pues sí…
Eduardo Zapata
27 de agosto del 2015

Crítica a la propuesta educativa de la burocracia ministerial

Martha Hildebrandt hizo cuestión de estado del mal uso de la palabra curricula. Porque curricula en latín es un plural neutro y menos admite un artículo en femenino singular. Curriculum y curricula en latín, respectivamente, son la una singular y la otra plural.

Y la generalización del mal uso de la palabra curricula –no solo entre hablantes desprevenidos, sino sobre todo entre supuestas autoridades educativas- no es preocupación purista. Pues pone de manifiesto, dramáticamente y de antemano, la escasez cultural de quienes tienen como responsabilidad proponer el decir de la escuela a los estudiantes.

“Te lo debo a ti maestra/ Dios te dé su bendición/ ya sé leer/ y muy pronto/ me graduaré de Doctor”. Este es uno de los tantos poemas que en los años iniciales de la escuela los niños deben aprender y repetir. En paralelo con otros textos de igual naturaleza e ilustraciones que inconscientemente orientan el aprendizaje de la lectura en los niños hacia un fin: la universidad.

Desde los primeros años, lenguaje y matemáticas se convierten en la columna vertebral de la propuesta curricular. Y la prisa y el condicionamiento para que todo conduzca a la universidad pronto da lugar a la conversión de estas competencias en los llamados “razonamientos” matemático y verbal. Que de razonamiento tienen poco, de amaestramiento mucho y de inhibición y desprecio de otras competencias y habilidades del niño y del joven tienen todavía más.

Las autoridades educativas –muchas de las cuales usan curricula como femenino singular, lo cual es una lisura educativa y cultural- realizan foros, talleres y escriben documentos acerca de la importancia de la educación superior técnica. Pero por estulticia persisten en mantener un currículo escolar que -por la vía de los “razonamientos” aludidos- amaestra a los estudiantes en LA respuesta adivinatoria y por descarte, a las llamadas pruebas de comprensión lectora y matemáticas. Total, eso es lo que me dirá esencialmente la fotografía de la prueba PISA y servirá para que el burócrata se llene de orgullo. Aunque el resultado sea inhibir otros tipos de pensamiento en el estudiante, la falsificación de una real capacidad para leer y escribir y la ulterior formación de profesionales universitarios incapaces precisamente de saber leer y escribir.

“Quién, dice qué, a quiénes, para qué, cómo, cuándo y dónde. La respuesta a estas preguntas es el quid de toda reforma educativa y ello  presupone diagnósticos REALISTAS como punto de partida”, decíamos en un artículo anterior, El dice qué –la propuesta educativa de los burócratas ministeriales- no solo está unilateralmente dirigida a la universidad, no solo inhibe competencias y habilidades de los estudiantes, sino es un testimonio permanente de una estrechez mental que solo produce cero aprendizajes, desmotivación en los alumnos y deserción escolar.

Adriana Vargas Durand en un reciente e inteligente artículo dice: "Durante mi etapa como estudiante escolar y poco después de terminar, no entendía del todo porqué los docentes me hacían memorizar conceptos que al tiempo olvidaba, hacer tareas sin explicar para qué me servía hacerlas, usar un uniforme sin explicarme porque tenía que vestirme igual a mi compañeros …Cuando los profesores se demoraban en llegar o se retiraban antes de tiempo era un alivio para mis compañeros, como si el carcelero se hubiera ido y por unos minutos estabas libre...".

Este es el resultado del dice qué de la educación. Proveniente de un quién –ministerio o profesor- que se ha desentendido del qué, del para qué y –sobre todo- del para quién.

Con razón –ahora lo entendemos- se le llama la “curricula” al dice qué. Como bien decían el Chavo del Ocho o Kiko ante palabras absurdas emitidas incoherentemente, pero a las cuales había que seguirles la corriente: “Así, pues sí”.  
 

Por: Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
27 de agosto del 2015

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