Victor Andres Belaunde Gutierrez

La COP y sus locuras morales

La COP y sus locuras morales
Victor Andres Belaunde Gutierrez
05 de diciembre del 2014

Ambientalismo deshonesto se ampara en premisas falsas y modelos errados

Las actitudes frente al medio ambiente y su cuidado han evolucionado. Alegrémonos por ello pues los argumentos morales y económicos a favor son abrumadores. Sin embargo, la propaganda ambientalista esconde engaños y perturbadoras tendencias.

El activismo ambientalista se ha enfocado en combatir el denominado “cambio climático”. Aquí nomás tenemos serios problemas epistemológicos: El clima nunca ha sido estable. Sólo tenemos mediciones de temperaturas confiables para un período cortísimo (desde el siglo XIX) en comparación con la historia geológica de la Tierra que tiene miles de millones de años.

No sabemos porqué se produjeron las edades del hielo. Tampoco entendemos porqué, de tiempo en tiempo, se alteran las corrientes marinas y ocurren fenómenos como El Niño. Desconocemos cómo interactúan las corrientes marinas, ondas solares y otros factores que influyen en el clima.

Lo que sí observamos es una poderosa correlación entre mayores emisiones de CO2 (a partir de la revolución industrial) e incrementos en la temperatura. Esto es indiscutible. Pero también tenemos muchas referencias históricas sugiriendo períodos más cálidos (antigüedad clásica) y más fríos (final de la edad media) que el actual. La verdad es que del clima nos falta mucho por aprender.

En todo caso, a partir de la correlación mencionada, activistas se han lanzado a transformar las políticas energéticas y ambientales. Estas políticas –para mantener las cosas simples– buscan reducir radicalmente las emisiones de carbono encareciendo y eliminando el uso de los combustibles fósiles como fuente de energía.

Como no existen sustitutos a precios comparables –ni siquiera con el petróleo a US$ 140 por barril– estas políticas tendrían efectos económicos brutales, en especial para los pobres del mundo.

El tema se agrava porque, incluso de acuerdo a sus propios propulsores, estas políticas tendrían un pequeñísimo impacto en la evolución de las temperaturas terrestres, casi inmaterial. Se provocaría una enorme penuria económica sin obtener beneficios tangibles a cambio de ello.

Los recursos económicos son finitos y el dinero empleado para pagar por energía cara es dinero que no se emplearía en otras cosas.

Al respecto, el Consenso de Copenhague, foro que agrupa a algunos de los más notables economistas del mundo, emite recomendaciones periódicas sobre qué problemas mundiales deben ser priorizados a la hora de invertir recursos limitados.

Sus recomendaciones colocan al calentamiento global en los puestos 14 (inversión en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías); 29 y 30 (investigación en mitigación y mitigación). Las primeras prioridades son mejoras nutricionales, escolaridad, salud reproductiva, combate de la malaria y de la tuberculosis; entre otras.

Eliminar los combustibles fósiles no es una prioridad. El costo sería enorme, privando en la práctica de energía eléctrica a billones de personas, condenándolas a una miseria perpetua y hereditaria, sólo para que unos iluminados “salven al planeta”.

El tema se agrava porque el activismo ambientalista y el Comité Internacional del Cambio Climático, respaldan sus propuestas en modelos climatológicos que han fracasado en todos sus intentos predictivos y que no pueden explicar la llamada “pausa” del calentamiento global que ya dura 16 años.

Entonces tenemos a un ambientalismo deshonesto, que, amparado en modelos errados y premisas falsas, busca imponer costosas regulaciones que serían administradas por ellos mismos, con la consiguiente transferencia de poder.

Están condenados al fracaso, por más que las élites internacionales proclamen su lealtad a la causa. Se hará propaganda, se firmarán declaraciones y hasta algún tratado por allí. Pero serán palabras ahogándose en el mar de la realidad. Los países podrán coquetear con el suicidio económico; pero al final siempre retrocederán del abismo.

Por Víctor Andrés Belaúnde Gutiérrez
(05 - dic - 2014)

Victor Andres Belaunde Gutierrez
05 de diciembre del 2014

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