LA CHAMPIONS LEAGUE EDUCATIVA

La educación convertida en una acción zoopolítica

Jari Lavonen es decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Helsinki y uno de los actores principales en el éxito de la escuela de Finlandia. En la medida en que la prueba PISA parece estarse convirtiendo en el trastorno obsesivo-compulsivo de muchos, vale la pena reflexionar sobre lo que él dice al respecto:

No debemos olvidar que el informe Pisa es un proyecto de la OCDE, y que esta organización tiene una visión determinada del progreso. Ellos dicen: aquí tenemos petróleo, aquí minerales y aquí trabajadores cualificados. Miran en qué países hay suficientes trabajadores cualificados para instalar empresas y fábricas, para invertir. Y el ranking de Pisa es un efecto colateral de esta visión.

Ocurre, en efecto, que mientas voces como la de Lavonen y muchos otros vienen advirtiendo sobre el reduccionismo de la prueba PISA, y particularmente sobre su desafección respecto a las inteligencias múltiples, aquí nos estamos esmerando ni siquiera en realmente cumplir con las expectativas de esa prueba, sino simplemente en “salir bien en la foto”. Para lo cual no se vacila en “amaestrar” a profesores y alumnos. Tal como ocurrió y ocurre con los llamados razonamientos verbales y matemáticos. 

Las exigencias de homogeneidad del llamado orden mundial terminan, a veces, por desnaturalizar el sentido de las mediciones educativas. No somos los únicos. Como lo dice un periodista español “…el ranking de PISA se vive como el sorteo de la Champions League”. León Trahtemberg ha señalado que este tipo de pruebas no atiende la diversidad existencial y productiva de cada estudiante. Lo que puede acarrear no pocas frustraciones en el niño o joven evaluado e indicadores más cercanos a la ficción amaestrada que a la realidad educativa de los países.

Si lo pensamos bien, no hay pruebas destinadas a medir la escritura. Al leer, solo se lee; al escribir hay dos operaciones: lectura y escritura. Sin embargo, no se les mide. A pesar de que un texto bien escrito no solo nos da idea de que el emisor efectivamente sabe leer (pues genera sentido), sino también nos da idea acerca del mundo interior del estudiante.

Los retóricos griegos dirían que la escritura creativa —y por eso con sentido— sería un tipo de discurso de consumo. Aquel tipo de discurso que —por contraste con los discursos de re/uso que proponen repeticiones para enfrentar problemas— supone la formulación de propuestas nuevas. Que urgen en mundos cambiantes. ¿Por qué no abandonamos amaestramientos y maquillajes y —atendiendo a la diversidad constitutiva de cada estudiante— alentamos, más bien, expresividad y escrituras en vez de quedarnos en la simple lectura-consumo?

Desde una perspectiva muy personal, comparto con Sloterdijk lo siguiente:

...hay en el mundo discursos que hablan de la comunidad humana como si se tratara de un parque zoológico que al mismo tiempo fuese un parque temático. A partir de entonces, el sostenimiento de hombres en parques o en ciudades se revela como una tarea zoopolítica. Aquello que se presenta como una reflexión política es, en realidad, una declaración de principios sobre las normas para la gestión empresarial de parques humanos.

Me preocupa que, a pesar de declaraciones “constructivistas”, nuestra visión de la escuela sea la de un parque zoológico. Y que la tarea del maestro se entienda como una acción zoopolítica y que el privilegiamiento excluyente de la lectura sobre la escritura signifique concebir el acto de leer como consumo de instrucciones.

Eduardo E. Zapata Saldaña