Giacomo Ugarelli

La cantaleta de los burros

La cantaleta de los burros
Giacomo Ugarelli
18 de noviembre del 2016

En estas elecciones los norteamericanos que buscaban un gran cambio

En las elecciones de 1828 en estados Unidos, el candidato demócrata Andrew Jackson fue criticado por sus políticas populistas, y llamado Andrew “Jackass” (tonto). Para darle la vuelta a los constantes insultos, la campaña de Jackson utilizó la burla para convertirla en su mascota de campaña (jackass es también el nombre para un burro), convirtiéndolo después en el símbolo oficial del Partido Demócrata. Durante estas últimas elecciones los norteamericanos vivieron un escenario similar, donde ambas campañas utilizaban, casi como estrategia, los insultos a la vida personal del candidato rival, en lugar de debatir propuestas sobre el futuro del país. Pero, estas elecciones no eran necesariamente definidas como el voto al mal menor, como sugerían muchos votantes más conocidos por sus votos Anti-Trump o Anti-Clinton que a favor de uno de los candidatos. Estas elecciones eran, en pocas palabras, una campaña entre los norteamericanos que buscaban un cambio de verdad (es decir, Trump), y aquellos que temían las consecuencias de ese cambio.

Trump ganó y la elección debió terminar allí. Sin embargo, algunos ciudadanos manifestaron su rechazo y su poca voluntad de aceptar los resultados con una serie de protestas violentas, algo que no solo sorprende, sino que también causa gran rechazo; incluso en aquellos ciudadanos que votaron por Clinton. La ironía de esto es que al billonario republicano se le criticaba por decir que solo aceptaría los resultados si "el ganaba la presidencia” y ahora son sus rivales electorales quienes no la aceptan. Estos ciudadanos están enfadados, y como muchas personas alrededor del mundo, preocupados por lo que una administración de Trump va a significar. Pero la preocupación y la intolerancia hacia los resultados democráticos no deberían ser justificaciones para causar semejantes disturbios.

Una de las razones de la protesta es que Trump ha sido electo presidente a pesar de recibir un menor número de votos que Clinton. No es la primera vez que el sistema electoral americano (basado en colegios electorales) es criticado, ya que a muchos les parece poco democrático que el candidato con mayor respaldo popular no sea siempre el candidato electo. También ocurrió en el 2000 cuando George W. Bush se impuso a Al Gore (más conocido mundialmente por su documental “Una verdad incómoda” que como candidato a la presidencia), y otros tres otros casos en el siglo XIX. Pero los demócratas, y sobre todo el resto del mundo, no deberían deslegitimar su sistema electoral. Estas son las reglas del juego de su democracia, y ambas campañas lo sabían. Es como si en un partido de fútbol, tu rival mete un gol y tú diez en fuera de juego: tu perdiste el partido porque no marcaste respetando las normas. Además, si hubiera una participación del 100% de la población este argumento sería irrefutable; pero cuando casi el 50% de los votantes no tienen el interés de ir a las urnas, realmente no habría justificación para cuestionar el resultado, independientemente si te gusta o no el candidato-electo.

El resultado final de estas elecciones no debería ser la intolerancia ni la protesta. Debería servir a todos los ciudadanos como una lección, y demostrar que el mundo está en constante cambio. Las personas ya no quieren más de lo mismo. La próxima vez que se presente un candidato como Trump, Nigel Farage (UKIP, Reino Unido), Pablo Iglesias (Podemos, España) o Beppe Grillo (M5S, Italia), tomemos su candidatura en serio. Después de todo, cualquier cosa puede pasar el día de las elecciones, y estos candidatos diferentes son solo unos agitadores… hasta que ganan.

 

Giacomo Ugarelli

 
Giacomo Ugarelli
18 de noviembre del 2016

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