Martin Santivañez

La bloguera, Churchill y Galípoli

La bloguera, Churchill y Galípoli
Martin Santivañez
12 de diciembre del 2016

En un reciente post titulado “Churchill, Chamberlain y Kuczynski”, la bloguera Rosa María Palacios compara la política de apaciguamiento (appeasement) de Neville Chamberlain y la visión realista de Winston Churchill (“Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra”) con la probable censura que el ministro Saavedra está a punto de experimentar. Para la bloguera Palacios el entorno del Presidente Kuczynski está lleno de Chamberlains que quieren poner paños fríos al enfrentamiento en torno a Saavedra (el primer ministro Zavala sería uno de los más conspicuos) mientras un puñado de Churchills belicosos (la bloguera y sus amigos caviares, claro está) intentan salvar el honor de Kuczynski (la rubia albión, supongo) para así rescatar a la democracia peruana del cuco de Fuerza Popular, un movimiento que Rosa María Palacios, en un alarde de ignorancia y grosería, equipara a la bota nazi.

De esta manera, para estos supuestos “Churchills” subdesarrollados la única manera de frenar a los “nazis” de la oposición democrática es declarar la guerra en salvaguarda de las instituciones: urge plantear la cuestión de confianza. Habría que explicarle a la bloguera Rosa María Palacios que la cuestión de confianza no es una declaratoria de guerra. La cuestión de confianza, esgrimida por un gobierno débil y contradictorio como es el de PPK, se transformaría rápidamente en el primer párrafo de un acta de rendición incondicional. Los gratuitos consejeros del presidente, los falsos Churchills que contrabandean sus odios personales y los hacen pasar por patriotismo, están hundiendo al gobierno con su maniqueísmo absurdo e irracional. Es comprensible que estos fariseos de la política, interesados en su pitanza (las consultorías), opten por la pintura de guerra. Lo mismo hicieron cuando les tocó aconsejar a Nadine Heredia y a Susana Villarán. El resultado: sus aconsejadas se enterraron en vida, por declararle la guerra a los enemigos de los consejeros.    

Los pirómanos que quieren pescar en río revuelto olvidan que Kuczynski es el presidente de todos los peruanos y que un ministro no vale todo el gabinete. Meter miedo a la opinión pública y optar por el enfrentamiento solo es comprensible desde una óptica muy concreta, la de la política del odio. Fuerza Popular ha demostrado que es posible ser de oposición y apoyar al gobierno. Las facultades delegadas, el presupuesto, la confianza, etc., son la prueba concreta de esta oposición leal y constructiva. Sin embargo, la oposición no puede olvidar su esencia y renunciar al control político, que es, en sí mismo, un acto de patriotismo. Lo otro, el buscar el estallido social, conduce al Ejecutivo a la destrucción por terquedad. Eso es lo que pensé al leer el ejemplo tan mal puesto por la bloguera Palacios.

Un Kuczynski empecinado en una guerra sin conocer el terreno que pisa nada tiene que ver con el estadista maduro que profetizó el peligro nazi. Pero sí con el Lord del Almirantazgo que insistió vanamente en Galípoli. Mandar tercamente a tus ejércitos a la guerra para ser masacrados no tiene sentido. Ningún sentido. Los carboneros que gritan ¡cuestión de confianza! me recuerdan, eso sí, otra frase magistral de Winston Churchill, que aquí parafraseo por ser extrañamente profética para nuestro país: “esta es la primera vez que veo cómo las ratas nadan hacia un barco que se hunde”.

Martín Santiváñez Vivanco  

Martin Santivañez
12 de diciembre del 2016

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