Juan Carlos Valdivia

La bicameralidad

¿Es necesaria en tiempos de Internet?

La bicameralidad
Juan Carlos Valdivia
25 de septiembre del 2018

 

El mundo está cambiando
Y cambiará más
(Los Iracundos)

 

El ambiente de tensión entre Ejecutivo y Legislativo se mantendrá. Ya las amenazas aparecen sin vergüenza. Y los antifujimoristas le advierten también al presidente que no permitirán ningún retroceso. Mientras tanto, el debate constitucional continúa, discutiendo sobre detalles y no sobre los temas de fondo. ¿Es imprescindible la bicameralidad? ¿No merece siquiera alguna discusión de fondo?

La transformación de las sociedades, como producto de la revolución tecnológica, es algo que aún no terminamos de comprender. Hoy los ciudadanos son más activos, más conectados y exigen mayor velocidad en la toma de decisiones. Las corrientes de opinión no toman semanas, ni días en formarse; en minutos, gracias a las redes sociales, se puede pulsear la forma de pensar de la gente.

La función de representación, que antes requería de la presencia física –que podía tomar días, por la desconexión del país— hoy se puede resolver en segundos, con un celular con acceso a Internet. Nada de esto se ha discutido en el Congreso a raíz de la bicameralidad. No se ha buscado responder a los retos de una sociedad en permanente cambio, más integrada, más interactuante, más demandante.

Se ha dicho reiteradamente que en la tradición constitucional peruana las dos cámaras han sido una regla. Es cierto, pero no se ha dicho que el mayor crecimiento económico, así como la mayor estabilidad democrática, la hemos tenido en estos veinticinco años en que el Legislativo ha estado conformado por una sola cámara. ¿No deberíamos pensar en la nueva sociedad que se está construyendo al momento de decidir sobre nuestro sistema político? ¿No deberíamos evaluar los resultados obtenidos —en democracia— con una cámara y los obtenidos con dos cámaras?

Es cierto que el poder no debe estar concentrado y debe ser contrapesado. Pero cabe preguntarnos si la velocidad con la que se mueven las relaciones hoy en día exige un parlamento de dos cámaras, o por el contrario un parlamento que facilite la participación directa de las mayorías, hoy que es posible ello. El reto del debate constitucional está en diseñar una estructura de poder que se adecue a la nueva sociedad que se viene construyendo.

No se trata solo de repetir las instituciones clásicas, propias de una sociedad donde no había aviones, automóviles, teléfonos o Internet. Hoy la función de representación requiere de nuevas reglas, que nuestros legisladores no parecen comprender. Solo hay que pensar en la posibilidad de un referéndum virtual, con votación por Internet, con las garantías y seguridades que un sistema bien diseñado puede facilitar.

El mundo está cambiando, y cambiará más. Pero eso no merece ni un minuto de discusión en un parlamento que quiere diseñar un sistema político de gobierno mirando al pasado y no al futuro. Estamos advertidos.

 

Juan Carlos Valdivia
25 de septiembre del 2018

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