Neptalí Carpio

La autonomía y las universidades en red

La autonomía y las universidades en red
Neptalí Carpio
09 de diciembre del 2016

La universidad como un puente, una vía de acceso a una red mucho más amplia

En las sociedades democráticas el concepto de autonomía universitaria ha cambiado radicalmente. En tiempos de la globalización, de la sociedad del conocimiento y de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) la relación entre el Estado y claustro universitario es otra. Su ámbito de vigencia tiende a reducirse casi a un ámbito administrativo, de gestión de gobierno y libertad académica. Si no, ¿cómo se puede entender la autonomía en universidades que tienen numerosas subsedes o de aquellas universidades internacionalizadas que tienen sedes en otros países y emiten títulos en universidades nativas en su nombre?

Los defensores a ultranza de la autonomía universitaria olvidan los orígenes históricos de esta institución. Para el capitalismo emergente en sociedades feudales, la autonomía era necesaria para proyectar el pensamiento liberal e irradiar la economía de mercado en todo un territorio nacional. Para los movimientos progresistas —nacionalistas o de izquierda como el Apra y los socialistas— la autonomía fue crucial para democratizar la universidad y desterrar el pensamiento oligárquico. Eso explica el surgimiento del liderazgo del Haya de la Torre, desde San Marcos; y la opinión de un intelectual extra universitario como José Carlos Mariátegui, quien defendió la Reforma de Córdoba, pero no dudó en calificarla como una necesaria “demanda liberal y burguesa”, por el intento del incipiente capitalismo de inicios del siglo XX, que quería crear un mercado nacional.

Ahora la realidad ha cambiado radicalmente. En tiempos de la Cuarta Revolución Industrial, el pensamiento capitalista más avanzado relativiza el concepto de autonomía universitaria. En las universidades de mayor prestigio a nivel mundial se habla ahora de “Universidades en Red”, en correspondencia con economías globales, del tránsito instantáneo del conocimiento, de las redes sociales e Internet. El ejercicio de la libertad, el intercambio de opiniones y la libertad de cátedra interactúan en una aldea global en correspondencia con las economías en red y la digitalización creciente de todos los procesos. Refugiarse intelectualmente en una visión absoluta de la autonomía es como pretender volver a las economías cerradas, como pretenden los conservadores nacionalistas de izquierda y de derecha.

En universidades de países como China, la India, Finlandia y Singapur, las autoridades universitarias tienen convenios con diversas universidades de EE.UU. Inglaterra y Alemania para entregar títulos a nombre de esas universidades extranjeras, y a nadie se le ocurre señalar que aquello es violar la autonomía o la soberanía nacional. Cientos de miles de universitarios chinos viajan cada año a EE.UU. para involucrarse en proyectos innovadores que luego llevan a su país, después de varios años. Se producen así sociedades académicas internacionalizadas de cientos de universidades en el planeta. En China no se habla de “fuga de talentos”, sino de “circuito de talentos”. En este marco, el concepto de autonomía, es solo administrativo y económico.

En el Perú, la defensa a ultranza de la autonomía, en boca de las fuerzas mercantilistas que quieren seguir ganando dinero fácil a costa de una universidad mediocre es un síntoma de subdesarrollo intelectual. En lugar de fomentar procesos meritocráticos entre docentes, abrirse al mundo y establecer alianzas y convenios con universidades de otras latitudes, los promotores de universidades de pizarra y plumón prefieren refugiarse en un concepto vago, estéril y solo por conveniencia rentista.

No es casual que en los jóvenes universitarios el discurso de los defensores de autonomía no tenga eco. Ellos pertenecen a una generación que ya no mira a la universidad como un lugar, sino que la vive como un puente, como un gran portal virtual, una vía de acceso a una red mucho más amplia. Para una generación que se caracteriza por dominar la tecnología como una prolongación de su propio cuerpo, la universidad tiene que ser competitiva y exigente. Por eso, en su gran mayoría esos jóvenes respaldan la actual reforma universitaria. Que no nos extrañe que a los opositores a la actual ley universitaria les reviente en la cara un nuevo movimiento estudiantil en los próximos meses. Quizá solo así podrán percatarse qué tan desfasados están de los nuevos retos de la universidad.

Ahora mismo, a propósito del intento de censurar al ministro Jaime Saavedra, ya tenemos los rasgos iniciales de este nuevo movimiento estudiantil. En lugar de los gremios estudiantiles de antaño, las redes sociales son ya el principal espacio de formación, predica y convocatoria de este movimiento en formación.

 

Por: Neptalí Carpio

 
Neptalí Carpio
09 de diciembre del 2016

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