Édgar Villanueva

La agenda legítima del magisterio y la agenda oculta del Conare

La agenda legítima del magisterio y la agenda oculta del Conare
Édgar Villanueva
01 de septiembre del 2017

El radicalismo y el terrorismo acechan tras la huelga magisterial

 

"No es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”

Camilo José Cela

Que los maestros tienen derecho a protestar por tanta indolencia y maltrato, nadie lo duda, ni los peruanos ni el propio Gobierno. Que el Estado está en la obligación de transformar la educación como instrumento fundamental para el desarrollo, nadie lo niega. Que para ese fin hay que evaluarlos en aula, ningún maestro se puede oponer.

Pero si la evaluación al maestro supone dejarlo sin trabajo y sin sueldo, o sea sin pan para su hogar (o con una pensión miserable), todos los maestros se oponen y tienen derecho a oponerse, por el miedo de quedarse sin trabajo y prácticamente sin futuro. Entonces tienen razón de hacer huelgas y marchas. Todos compartimos sus temores.

¿La evaluación es el nudo gordiano? Partamos de una pregunta: ¿A alguien se le ha ocurrido calcular si en verdad pueden desaprobar 200,000 o más maestros la prueba de desempeño en el aula, ante sus propios alumnos, en una hora de clase, con capacitaciones previas y con tres oportunidades a lo largo de tres años?

Resulta obvio que tan deficientes no son los maestros. Es la ineficiencia de la burocracia del Minedu (Regiones y UGEL) que no han estructurado una metodología para la socialización de la prueba para esta parte de la reforma. Por eso hoy tenemos la enorme confusión y oposición de los maestros, que es aprovechada por demagogos que hablan de un supuesta estrategia de “despido masivo” y hasta de una “privatización de la educación”.

La falta de planeamiento, manejo político institucional y de comunicación se ha convertido en cancha abierta para los enemigos de la reforma educativa. Y también es caldo de cultivo para el “radicalismo” (Conare-Movadef), facilitado por errores del Estado (y como no, también del CEN-SUTEP, que tendrá que rendir cuentas a sus afiliados), que no tuvo una estrategia ni hizo piloto alguno para persuadir a los maestros y convertirlos en aliados de la reforma educativa que el país exige.

Es justo el reclamo de los maestros. Y se hace necesario que a nivel de cada región, y con mesas técnicas apropiadas, con su participación y ajustando las “rúbricas” a cada realidad concreta se lleve adelante la prueba de desempeño.

En cambio, la agenda oculta del Conare va por carril paralelo y solo usa las reivindicaciones de los maestros para alcanzar sus propósitos tácticos: a) Legalizar su predominio en el SUTEP, para convertirse en interlocutores válidos ante el Estado. b) Con el control de SUTEP, obtener triunfos políticos: tumbarse la Ley de Educación 28004, y c) Por supuesto, lograr la derogatoria de la Reforma Magisterial 29944, y más específicamente su Artículo 44 que dispone la expulsión del sistema educativo de un profesor por “apología del terrorismo y delitos de terrorismo en forma agravada”.

Quieren que sus militantes excarcelados y nuevos activistas impunemente sean los mensajeros del “pensamiento Gonzalo” en los colegios, para la “acumulación de fuerzas” en camino a su "revolución popular”. Habría que ser muy cacasenos en política para no darse cuenta de que Conare-Movadef tiene su propia agenda política, su propia estrategia y sus propias tácticas.

Desde siempre nos identificamos con los maestros y su legítima aspiración a ser revalorados, más cuando han sido sacrificados y marginados al repartir la leche de las vacas gordas. Pero parafraseando al famoso escritor español Camilo José Cela: una cosa es estar jodidos (como lo están nuestros maestros) y otra cosa es estar jodiendo la posibilidad de dar una educación de calidad a nuestros hijos, como pretende Conare-Movadef.

Edgar Villanueva

 
Édgar Villanueva
01 de septiembre del 2017

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