Junio: nos ha pillado el toro

Elecciones en Perú y EE.UU., crisis en Venezuela y Brasil

En estos momentos son las 11:30 de la mañana del día domingo 29. Estoy escribiendo estas líneas mientras mi esposo se prepara un café cortado con cuatro cucharadas de azúcar, haciéndole un guiño a la diabetes, y yo muero de frío en esta primavera británica de brillo solar, pero sin mercurio. Y es hoy que he caído en cuenta de que en unos días será junio. Estos cinco meses se han esfumado, como se esfuman los cigarrillos en la madrugada en manos de adictos que exclaman indignadísimos al auditorio que esta es la última cajetilla que compran, porque el impuesto al tabaco está por los nubes.

El toro junio nos ha pillado por la espalda cuando estábamos distraídos entre debates en Perú, carreras presidenciales en Estados Unidos, el apogeo de la locura de Nicolás Maduro que ha destrozado y desangrado a Venezuela, la teoría “conspiranoica” del golpe en Brasil y la cara de póker de Dilma Rousseff, la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea, el resurgimiento de la ultraderecha en Europa, el reclutamiento de jóvenes a la jihad, la crisis de los refugiados y el rechazo a estos.

Con la llegada de junio también llegó la carta del Consulado Peruano recordándome mi deber cívico de madrugar el día 5 de Junio para ser miembro de mesa y pegar stickers por aquí y por allá, y que las elecciones transcurran con fluidez, así suavecito como la mantequilla que preparaba mi bisabuela. Claro que iré, pero me niego a votar. En el año 2011 me cercené la mano moralmente luego de hacer un aspa sobre la cara del cachaco sonriente con su hoja de ruta. Esta vez no puedo, se me escarapela la piel al pensar que una vez más la cara de Fujimori está impresa en la boleta electoral. Pienso en Fujimori con sus pastores evangélicos y el harakiri mental que experimentan mis neuronas cuando los veo esgrimir su palabras favoritas "aberración", "homosexuales", "aborto" y "familia". Casi de la misma manera me niego a votar por PPK mientras me tapo la nariz, me temblequean las manos y se chorrea la tinta del lapicero.

Transcurren los minutos y no pretendo dedicarle una exhalación más al hecho de sentirme prisionera en un sistema electoral caduco, donde las marchas anti tal o cual y el discurso del terror y la cucufatería tienen mayor trascendencia que la propuesta por un Perú con más justicia social. Así como se quejan de la televisión basura, mientras miran de reojo las carnes, torso y bíceps de la farándula de moda, rásguense las vestiduras por la política basura, porque el 70% del Perú consume ambas.

Es la una de la tarde. El día no calienta, pero a mí el cuerpo se me ha galvanizado. Hoy es domingo y a los paganos nos toca ir a pecar de gula. Iré a Camdem Town por unos brigadeiros brasileños de crème brûlée que me endulcen el día mientras camino entre faldas, saris y hiyabs y escucho las distintas lenguas mezclándose en esta Babilonia de Greenwich. Inhalaré la multiculturalidad de esta ciudad con blancos y grises. Viviré día a día sin olvidar nunca más en los cajones de la memoria aquella sabia enseñanza: "Esto también pasará". Lo bueno, lo malo, todo se va, así que carpe diem y a disfrutar el momento. Suena a lo lejos, en el momento más preciso ,la canción "Bajan" de la voz de Spinetta. ¡A vivir que son dos días!

Rocío Valverde