Inversión y no gasto en educación

La importancia de que un país tenga claro el concepto de educación.

Una nota de prensa del Ministerio de Educación –magnificada irreflexivamente por la prensa- constituye un síntoma de lo que realmente está ocurriendo con la educación en el país. Se nos dice que “Una nueva apuesta por la educación fue anunciada…por… el MINEDU”.

Se trata de una transferencia superior a 456 millones de soles efectuada por el gobierno nacional a los gobiernos regionales y locales para la ejecución de 327 proyectos en infraestructura educativa.

Decíamos en un artículo anterior que “Hay en ciertas autoridades educativas la idea de que hay que construir o reconstruir la infraestructura escolar bajo el viejo modelo inmodificable de las cárceles de concreto, cemento y arena”. Y aludíamos al absurdo de haber llamado a este tipo de material de construcción “material noble”. Otorgando automáticamente la calificación de “innoble” a todo otro tipo de material.

Añadíamos que: “… los propios países de donde tomamos prestado el concepto de esta moderna nobleza nos dan el ejemplo. Al no tener mentes colonizadas ni ciegas, esos mismos países siguen utilizando material aligerado para la construcción de casas y escuelas. No han excluido sino incluido, no han restado sino sumado. Y en lo que se refiere a educación tienen bastante claro que el éxito del proceso educativo no depende de la nobleza de los materiales de construcción, sino de infraestructuras funcionales –sí- pero por sobre todo por lo que ocurre dentro de ellas”.

Advirtiendo: “En un país sísmico como el Perú no caigamos en la ‘nobleza’ de los materiales de construcción. En un país con urgencias educativas como las nuestras, invirtamos más en la centralidad del proceso educativo que en las periferias. Los millones de dólares que ahorraríamos en el ornamento faraónico deberían traducirse en laboratorios, tecnología de punta en las aulas, maestros debidamente capacitados…”.

Con estas simples reflexiones podremos advertir que la ‘nueva apuesta’ de los 456 millones orientados a la infraestructura escolar, no lo es tanto. Persistimos en no optimizar el costo/beneficio –pues con ese mismo dinero se podría haber hecho mucho más- y persistimos en medir el éxito de una gestión solo por una de las acepciones que esta palabra tiene en el latín genere, de donde proviene la palabra gestión: “mostrar”, no importa a qué costo. “Si no hay CONCEPTO de educación, la palabra gestión puede quedar restringida a esta acepción y quedar en manos de una buena oficina de imagen institucional y buenas relaciones personales”, añadimos en la nota anterior que estamos citando.

Finlandia es un referente en educación. Mientras aquí perpetuamos una infraestructura carente de concepto, allá se vienen rediseñando los espacios escolares porque precisamente hay un concepto de lo que es la educación. Mientras aquí amaestramos alumnos y maestros para salir bien en la foto PISA, el Decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Helsinki nos dice: “A nosotros, pese a que salimos bien, no nos gustan los rankings…No buscamos competición, sino colaboración”.

Ojalá entendamos todos que sin concepto educativo no estamos invirtiendo, sino gastando. Sin ese concepto de nada vale la demagógica meta de aumentar recursos para el sector educación. Ojalá tengamos claro –porque eso es gestión educativa- que, como lo dice el mismo Decano aludido, “…existe una correlación entre nivel educativo y progreso económico, pero hay algo más. Una persona educada tiene una vida más plena, más recursos vitales, cuida mejor de su salud, disfruta más la vida”.

Integremos escuela y sociedad. No encerremos la educación en cárceles de concreto, cemento y acero. Invirtamos de veras, no gastemos.

 

Por Eduardo E. Zapata Saldaña   

09 – Jul – 2015