Inteligencia para la democracia

Sobre la importancia de contar con un sistema de información eficiente.

Desde que se hizo evidente el uso que le dio Vladimiro Montesinos, la palabra ¨Inteligencia¨ se convirtió en el equivalente contemporáneo de la mentada de madre en la primaria de los años 60, cuando aquella era motivo válido -ante maestros, sacerdotes y monjas- para pegar de trompadas al agresor verbal. Nada más sagrado que la madre entonces y ahora. Nada más emblemático de la esencia de la humanidad que la libertad y la privacidad.

Este baldón sobre la imprescindible labor básica de todo Estado que aspire a la solidez, volvió a ser merecido durante estos 4 años de poder paralelo,  en el que los (hoy precarios) habitantes de Palacio se dejaron sorprender ¿deliberdamente? por la ofensiva bolivariana en pugna con Movadef por paralizar la actividad productiva en energía, minerales y de hidrocarburos, mientras ellos ordenan seguimientos, chuponeos e investigaciones a ciudadanos honestos, usando organizaciones que gustan de enfrascarse en luchas internas y organizar operativos fantasmas dinerofagos. Imagino que muchos de estos casos saldrán a la luz cuando llegue el nunca tan ansiado 28 de Julio y el país deje de caminar en el sentido del cangrejo. Otros, mejor planeados o más solapas, quizá logren pasar tan desapercibidos como un teatro barranquino abandonado.

Pero nada de esto debe ser cimiento de la perpetuación de uno de los errores que nos sigue manteniendo débiles como democracia. La Inteligencia es labor esencial del gobernante, pero al servicio del país, con proyección que trascienda el periodo controlado por los propios.

La Inteligencia debe ser entendida como la recopilación y sistematización de información relevante acerca de actores y percepciones para su análisis y elaboración de escenarios alternativos, incluyendo riesgos y amenazas para el Estado, sus ciudadanos honestos y la actividad productiva.

Los partidos políticos con aspiraciones presidenciales también deberían realizar una labor de inteligencia de horizonte largo, es un error calcular solo en función al cálculo para la obtención de votos, ya que, si su campaña tiene éxito, los problemas serán suyos. Errores como ceder a la presión violenta de la turba variando su posición y el voto congresal de su bancada sobre temas relevantes pueden generarle costos políticos inmensos si son gobierno.

A diferencia de las décadas pasadas, Latinoamérica es campo eficaz de la acción de zapa antidemocrática que ha fagocitado la libertad de los ciudadanos en los países donde ha logrado una fina taxidermia de su democracia, la cual queda montada solo para exhibición, con el aplauso cómplice y no tan ingenuo de algunos.

Los fondos necesarios vienen del país que viene siendo el gran ganador económico tras la quiebra de la libertad y el embalsamamiento del Estado de Derecho. Que no nos engañe la aparente fragilidad tras la reciente caída estrepitosa de su bolsa, como no debimos engañarnos esperando fragilidad de su granja local de ponedoras por la muerte de su líder y la caída del precio del Petróleo, hoy lo gobierna un títere de su principal agencia, hoy le acaba de inyectar fondos. Si en el Perú no han avanzado más rápido ha sido por error de elección del peón (o la reina, según el momento en que se vea) y demora en el conocimiento de la idiosincracia, pero esa ventaja (conocer el terreno y su gente) no será eterna, que tontos no son.

La ingenuidad y el simplismo en política se pagan muy caro.

Por: Dardo López-Dolz