Carlos Adrianzén

Inmóviles

Se necesitan cambios institucionales y macroeconómicos

Inmóviles
Carlos Adrianzén
04 de septiembre del 2018

 

Mirar hacia atrás y ponderar a qué velocidad caminamos no es un asunto accesorio. No pocas veces nos descubre adónde vamos, previsiblemente. No importará qué intenciones tengamos, ni cuánto entusiasmo declaremos tener por avanzar. Los hechos son los que son y nuestro futuro mediato será en parte un reflejo directo de estos. Estas reflexiones resultan de particular valía hoy si queremos comprender y mejorar el panorama económico local.

Mirar hacia atrás, en el caso peruano, trasciende mirarnos al ombligo y nuestras propias cifras económicas. Sirve mucho enfocar qué ha estado pasando en la economía global y cuál fue nuestro desempeño como porción reducida de la economía global. Una porción reducida que se ha venido beneficiando crecientemente de la evolución de la economía global. Por ello, los invito a enfocar la evolución reciente de la economía global y sus tendencias desatadas (algunas de las cuales resultan transparente para el grueso de los análisis de las multilaterales sobre ella). En este ejercicio usaremos —otra vez— las cifras del Banco Mundial (puntualmente de su Base de Indicadores del Desarrollo Mundial desde 1960 a la fecha).

Lo primero que descubrimos aquí es una impactante contracción del ritmo de crecimiento del producto per cápita promedio del planeta. Un drástico cambio en el ritmo de crecimiento de la economía global, desde rangos cercanos al 4% anual (a inicios de los sesenta) hacia rangos fluctuantes por encima del 1% anual en el último quinquenio. Una observación nada marginal si reconocemos que nada reduce más la pobreza (las migraciones y los conflictos) que un alto ritmo de crecimiento económico.Esto se ve adicionalmente complicado si ponderamos que las naciones burocráticamente más corruptas y proteccionistas crecen muy por debajo del promedio.

Otro hallazgo interesante de la revisión de las cifras económicas del planeta es la reducción a la mitad (de 2% a 1% grosso modo) del ritmo anual de crecimiento demográfico. Reducción que es más pronunciada en las naciones con mayores productos per cápita. De esta misma revisión existe una tercera observación que nos golpea directamente: el ratio promedio global de apertura comercial no solamente se duplica entre los sesenta y la actualidad, sino que se ubica en estos días un 2% encima de nuestro ratio como país.

No somos una economía muy pequeña, globalmente hablando, pero nuestro coeficiente de apertura es mediocre. Y es que los peruanos no hemos interiorizado que el coeficiente de apertura de las naciones más dinámicas del planeta es significativamente mayor al peruano. Esto refleja indicadores de competitividad, inversión privada extranjera, predictibilidad institucional y flexibilidad en los mercados de factores mucho más altos de los que tenemos. Y lo que es peor, mucho más altos de los que aspira el gobierno residual de Pedro Pablo Kuczynski, a la luz de las acciones de política económica que viene aplicando.

Parecemos inmovilizados y aspirantes a que los términos de intercambio que recibimos del exterior desarrollen una espiral de elevación ad infinitum (al menos hasta el 28 de Julio del 2021). Espiral que —según creencias de algunos— permitiría postergar la introducción de espinosas reformas institucionales y ajustes macroeconómicos. Pero optar por la parálisis en tiempos globalmente menos dinámicos y más abiertos y competitivos no parece dibujar un camino lúcido. Un camino que además se ve ensuciado por la sucesiva colección de escándalos de corrupción que no solo introducen altos niveles de riesgo político interno, sino que contrastan estándares de predictibilidad peligrosamente cercanos a los registrados en Caracas en los días del presidente Carlos Andrés Pérez.

Mucho ojo. Los tiempos cambian muchas cosas internamente, pero externamente también. Apostar a ser otro ejemplo de inmovilidad latinoamericana no alimenta otra cosa que un diagnóstico reservado. El lado optimista de esta lectura pasa por reconocer una verdad de Perogrullo: un gobierno frágil y pusilánime puede disparar en cualquier dirección. Asegurémonos que en nuestro caso sea en la dirección correcta.

 

Carlos Adrianzén
04 de septiembre del 2018

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