Santiago González Díaz

¿Inmigración?

¿Inmigración?
Santiago González Díaz
26 de julio del 2016

Entre la soberanía nacional y los Derechos Humanos

Uno de los principales derechos que el ser humano tiene, al ser habitante de este planeta, es la posibilidad de desplazarse libremente de un lugar a otro sin ser perseguido. La historia nos pone ante los límites fronterizos creados por los países, para preservar la necesaria seguridad de sus habitantes.

En los últimos tiempos se ha criticado a los países europeos por cerrar sus fronteras ante el avance masivo de los inmigrantes que escapan del conflicto en Medio Oriente. Entre los derechos humanos de las personas refugiadas está el de obtener un asilo en los países en los que eligen resguardarse. Pero la cuestión es la siguiente: ¿por qué un país no puede cerrar libremente su frontera para evitar el ingreso de extranjeros a su territorio? Parece ser que la soberanía que muchos gobiernos defienden no es valedera en este caso, cuando la ayuda humanitaria se torna necesaria para evitar catástrofes humanas mayores.

Europa es una región ampliamente criticada por su pasado imperialista. No obstante, paradójicamente es uno de los principales puntos elegidos por las personas que escapan de situaciones de crisis en sus países de origen, provenientes de todas partes del mundo. Pero el problema puntual no es en sí la inmigración, sino el temor de la infiltración terrorista en medio de esa masa humana que se desplaza por el continente. Dicho temor asciende a un grado tal que hace surgir los sentimientos racistas y lleva a tomar un color de piel, una religión, un idioma o ciertas facciones particulares como indicadores de un potencial terrorista.

El ser humano deja de lado la civilidad que la razón le otorga y prejuzga indiscriminadamente a cualquier extranjero, olvidando que la mayor parte de las veces quienes atentan contra un país son los propios nacionales residentes en él. El miedo, que genera esta situación, es un elemento demasiado complejo y delicado para que se le tome a la ligera o no sea tenido en cuenta. Son muchos los gobiernos totalitarios que se han sostenido fundamentando su discurso en el temor a lo diferente.

Es por ello que esta nueva cruzada que el mundo enfrenta nos pone ante el desafío de derrotar a un enemigo global que ataca inadvertidamente. Ese enemigo no es un ser humano, sino nuestra propia debilidad que nos hace caer presos de la xenofobia y exacerbar los enfrentamientos que desembocan en la destrucción de la pluralidad e individualidad.

 
Santiago González Díaz
26 de julio del 2016

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