Manuel Erausquin

Ilusiones peligrosas

Ilusiones peligrosas
Manuel Erausquin
19 de noviembre del 2014

La escasez de triunfos y el eterno acecho del populismo en nuestro fútbol

El partido amistoso de Perú contra Paraguay fue sencillamente eso, un amistoso que sirve de termómetro y laboratorio de ensayo con miras a la Copa América. La alegría de la gente se entiende y es natural. Un fútbol de cero satisfacciones nos convierte en un colectivo ansioso y susceptible de gritar todo tipo de goles con locura.  Y es que somos un pueblo necesitado de triunfos futbolísticos. Nunca los hemos tenido de forma sostenible para construir una historia importante. Los mundiales de México 70 y Argentina 78 tuvieron episodios memorables por parte de la blanquirroja.  Sin embargo, la amplia historia del fútbol exige la continuidad para hacerse merecedor de un brillo protagónico y universal.

Es llamativo escuchar los gritos de los vecinos, no solo por el poder de su sonoridad, sino por ese sentimiento liberado. Emociones que se reprimen porque casi nunca hay posibilidades de expresarlas. Esa condición de ganadores episódicos nos condena. Vivimos buscando goles en todas partes, no interesa si en la ‘pichanguita’ del fin de semana, en la humilde canchita de cemento municipal, se mete un gol con la rodilla. Todo vale y se grita a todo pulmón. Es la consigna colectiva de un país que busca conquistar triunfos. La escasez, la sequía de gloria nos ha jodido.  Nos vuelve susceptibles a la manipulación de los inescrupulosos. Espejismos que nos terminan de joder.

El próximo año será la Copa América en Chile y la aspiración es pasar la primera rueda. Eso dependerá, y básicamente de qué equipos nos toquen y en qué condiciones lleguen al certamen. Eso también incluye cómo llegue Perú. Sin embargo, al escuchar al técnico Pablo Bengochea  en la conferencia de prensa después del partido con los paraguayos, uno queda con la aparente sensación de que sí podemos tener una escuadra competitiva. La capacidad de recuperación que demostró la selección, que remontó el marcador con dos goles de Ascues , invitaría para soñar. Pero siendo sinceros, aquí recién empezamos a correr. Es una carrera de fondo donde hace más de tres décadas que nos quedamos sin aire. No llegamos, no hemos tenido lo suficiente.

Hoy en día queremos romper el maleficio de nuestra mediocridad. El país avanza en los ámbitos productivos, pero en el deporte estamos en la edad media. No se ha podido expandir esa ola de progreso a las canchas.  Y en el fútbol la ausencia de logros nos ha devastado, pequeños señores feudales se encargaron de destruir lo poco bueno que existía. En ese sentido, allí aparecen los problemas mayores. Los oportunistas, los políticos que buscan posibilidades populistas, todos esos ‘personajillos’ sobrevuelan los campos de juego para convertirlo en su circo personal. Por ejemplo, es cierto que Manuel Burga debería irse, pero también es cierto que el ministro del Interior Daniel Urresti debería cerrar la boca en temas que no le competen, y el fútbol es uno de ellos.

¿Qué buscas Urresti? Te han lavado la cabeza, te han convencido de que puedes ser un candidato protagónico del partido de gobierno. Cree lo que quieras. Pero no toques al fútbol, tú no tienes nada que hacer allí. Burga se irá cuando los dirigentes sean valientes y lo echen con sus votos. Esa será una señal, buena o quizás sea un espejismo. No se sabe con certeza. De pronto es más de lo mismo.  Si es así, seguiremos mereciendo el fútbol que tenemos y las ilusiones fallidas serán el karma que tendremos que llevar.

  Por Manuel Eráusquin (19 -nov - 2014)
Manuel Erausquin
19 de noviembre del 2014

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