Dante Bobadilla

Ideologías muertas y zombis

Ideologías muertas y zombis
Dante Bobadilla
18 de agosto del 2016

Intelectuales ignorantes, predicadores de todas las causas lindas y nobles

El siglo XX estuvo marcado por una ideología política, el marxismo, que derivó en diversas variantes de comunismo y socialismo a lo largo de ochenta años, y que solo sirvieron para llevar a los países que las adoptaron a la miseria, el hambre y la esclavitud. El Perú no estuvo ajeno a su influencia nefasta. Primero porque la dictadura del general Velasco Alvarado, asesorado por insignes ideólogos de izquierda, montó un experimento socialista que rigió al Perú por más de veinte años, llevándonos a la peor crisis económica, social y moral de la historia. En segundo lugar, porque un par de grupos de izquierda decidieron montar el paraíso socialista a sangre y fuego, desatando la peor matanza de peruanos por casi quince años.

Con todo eso ya deberíamos estar curados de izquierdas y de ideologías. Pero estas tienden a resucitar con nuevos discursos, como el ecologismo y el derechohumanismo. Hay que ser caradura para presentarse como defensores de DD.HH. siendo responsables de los mayores genocidios de la humanidad. Pero si algo sabe hacer la izquierda es ser caradura y reciclarse. La CVR los exculpó y ahora son predicadores de todas las causas lindas y nobles, marchantes a favor de todo, lavadores de banderas, expertos en comunicados, vigilias y chalinas de la esperanza, además de artistas progresistas. Han disfrazado su frustración por la derrota terrorista como “memoria y dignidad”, y su venganza como “justicia y reparación”.

Si bien la izquierda parece haber abandonado el marxismo, lo que no ha dejado de lado es su ideología totalitaria. Para ellos el fin sigue justificando los medios. De allí su incapacidad para condenar al régimen chavista en Venezuela y al castrismo en Cuba, pese a sus evidentes fracasos sociales, políticos y económicos. No existe manera racional de defender esos dos regímenes, pero la ideología es algo que está más allá de toda racionalidad. Si quisiéramos hacer una distinción entre ideología y racionalidad deberíamos poner a la racionalidad del lado de la realidad objetiva, las leyes naturales y la ciencia. No hay manera de ser racionales sin fijar firmemente nuestro pensamiento en la realidad y razonar a partir de ella. Para un racionalista liberal solo la realidad sirve como marco de referencia, mientras que para un izquierdista es la ideología.

Si me apuran, estoy dispuesto a admitir que las ideologías son instrumentos que llevan a la demencia. Al menos a una demencia de tipo cultural y social. Si bien no existe daño físico cerebral, sí existe un daño evidente en el software mental que controla el razonamiento, pues este se sustenta en una ideología y no en la realidad; del mismo modo en que las creencias religiosas llegan a afectar el entendimiento cabal de la realidad. Una ideología es una construcción metafísica que sustituye a la realidad para guiar la acción política. En buena cuenta, es el desprecio de la realidad a favor de la imaginación. Un acto audaz que suele ser plasmado por intelectuales ignorantes y engreídos, y por simples ignorantes politizados.

No es una contradicción hablar de intelectuales ignorantes. Acá los tenemos de sobra. Cualquiera que garabatea un libro, incluso novelitas o poemas cursis, se cree un intelectual y posa en todas las ferias del libro. Hasta llega a ser un ídolo del Facebook, con miles de seguidores pulpines que no se cansan de darle likes a cada ocurrencia del “intelectual progre”. Es lo que hay en un país subdesarrollado y sin cultura.

Pero existe el peligro de nuevas ideologías emergentes disfrazadas, una vez más, de causas justas. Como la llamada “ideología de género”, un disparate progresista que pretende imponer a la fuerza conceptos aberrantes. Es la presencia de la mujer impuesta en todos los ámbitos, solo por el prurito de equilibrar a los sexos en el mundo. Toda ideología de la igualdad es una aberración. En el mundo real no existe ningún tipo de igualdad, de ninguna clase en ningún ámbito. La igualdad, al igual que el orden o la justicia, no son más que conceptos generados por la mente. Solo son útiles en el mundo abstracto y teórico; pero solo los necios e ignorantes pretenden imponerlas en la realidad, como una panacea.

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
18 de agosto del 2016

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