Humala nunca fue líder

El Presidente cree que los programas sociales deben ser eternos

Pasada la resaca del mensaje, el Presidente ha vuelto a la carga con aquello que, quizá, es lo menos desafortunado que puede exhibir como logro en su gobierno: los programas sociales. Aunque las cifras que estos arrojan son controversiales, lo cierto es que Cuna Más, Pensión 65, Qali Warma, Beca 18 y Juntos –un programa que ha conseguido mantenerse en tres gobiernos consecutivos– pueden haber alcanzado un cierto estándar, pero de acuerdo al propio crecimiento económico, deberían ser temporales y no eternos o, como dice el Presidente, “inamovibles”. "Que no haya un solo candidato que pretenda reducir las cuotas de Beca 18. Que nadie toque Pensión 65, Qali Warma o Cuna Más", ha dicho el señor Humala desde Piura hace unas horas. ¿Debe sorprendernos la obstinación presidencial por estos programas? Francamente, no. Y no por la cuota social en sí misma, sino porque con esta declaración podemos entender al verdadero Humala, al que poco o nada ha entendido sobre el crecimiento para conseguir la llamada inclusión. Sencillamente porque él concibe las cosas exactamente al revés.

En esa línea del pensamiento Humala, tampoco debe llamarnos a sorpresa cuando exige a los empresarios invertir pese a la mala época para hacerlo. Peor aún si él mismo, hace dos años, flanqueado por el entonces ministro Castilla, anunció que había comenzado la época de las “vacas flacas”. Tremendo desacierto que hoy pretende minimizar y hasta desconocer. Su recriminación hacia el empresariado, más allá de una bravata de cuartel, refleja su completa ignorancia sobre la concepción misma de la inversión. Cree que quien arriesga su capital es un subordinado de la tropa; percibe la idea de invertir como la de vencer a un enemigo y dar la vida por el comando. Para decepción del Presidente, el empresario no es un soldado, pues solo invertirá cuando el clima ofrezca las condiciones para hacerlo; así funciona el mundo y el señor Humala, por más bravo que se ponga, no lo va a cambiar.

Uno pensaría que Humala ha debido aprender la cosa pública y el saber gobernar. Pero no, tal parece que en este último año nos seguirá ofreciendo las torpezas que le dan a su gestión, hasta hoy, una nota desaprobatoria ganada a pulso. Nunca fue un líder y eso se refleja en las inmensas oportunidades que se han perdido bajo su mandato (Conga y Tía María son los casos más alarmantes). Nunca fue un líder y ahí tenemos a la delincuencia arrebatando y matando todo lo que encuentra a su paso. Nunca fue un líder y un organizador de nada porque cree que con miserias se hace patria. Tanta torpeza ofrece Humala que considera a los programas sociales como eternos. Cuando el programa social más exitoso que puede tener un país, es aquel que disminuye su radio de acción porque, justamente, consigue sacar a la gente de la pobreza y abrir un horizonte de crecimiento sin necesidad del asistencialismo. Nunca fue un líder y por eso desautoriza a su Premier al decir que sí está pensando en subir el sueldo mínimo. Es una necesidad evaluar su incremento, sí, pero no ahora, porque las vacas flacas impiden que el asunto se trate, al menos, hasta el año que viene.

Tan poco puede mostrar Humala que se contenta con la ayuda social y encima cree que esta debe ser perpetua y tal como él cree que la ha trabajado, cuando de lo que se trata es de impulsar el crecimiento para todos con la gran inversión que genera empleo y riqueza. Poquita cosa el gobierno de Humala, solo dedicó tiempo a repartir regalos y nunca pensó en país. Allá los idiotas que lo eligieron el 2011. A ver si los peruanos nos desahuevamos el 2016 y pensamos en un Presidente de verdad.

Por Jaime Chincha Ravines