Vincent Dumortier

Hora del planeta: Un disidente

Hora del planeta: Un disidente
Vincent Dumortier
03 de marzo del 2015

¿Es la electricidad un elemento negativo para la vida y el desarrollo de la humanidad?           

Ross McKitrick, profesor de economía de la Universidad de Guelph, ha escrito una muy buena columna sobre la filosofía que se esconde detrás de la Hora del Planeta. Como comparto plenamente su punto de vista, les brindo a continuación la traducción de su texto original

En 2009, un periodista me preguntó lo que pensaba de la "Hora del Planeta”. Aquí mi repuesta: Odio la “hora del planeta”. La electricidad abundante y barata fue la más grande fuente de liberación del hombre en el siglo XX. Cada uno de los progresos sociales materiales dependió de la profusión de la electricidad barata y fiable. 

Dar a las mujeres la libertad de trabajar al exterior no hubiera sido posible sin la disponibilidad de aparatos eléctricos que liberan el tiempo de las tareas domésticas. Sacar los niños de las tareas subalternas para que vayan a la escuela dependió de lo mismo, tal como la posibilidad de darles una fuente sana de luz domestica para leer. El desarrollo y las prácticas de medicina moderna sin electricidad son absolutamente imposibles. La expansión de la oferta de alimentos y la promoción de la higiene y la nutrición dependen de nuestras capacidades para irrigar campos, cocinar y refrigerar la comida y de tener un aprovisionamiento de agua caliente en nuestras casas. 

Muchos de los más pobres en el mundo sufren de condiciones ambientales brutales dentro de sus propias casas debido a la necesidad de cocinar alimentos sobre fuegos de ramitas o bosta. Esto causa deforestación local y genera afecciones respiratorias sea por culpa del humo o de parásitos. Quien quiere ver la situación del tercer mundo mejorarse debería reconocer la importancia del acceso a una electricidad barata proveniente de centrales de combustible fósiles. Después de todo, es así que se desarrolló Occidente. 

Toda la mentalidad que gira alrededor de la Hora del Planeta demoniza la electricidad. Yo no puedo hacerlo, al contrario, la celebro por ella misma y por todo lo que a proveido a la humanidad. La Hora del Planeta celebra la ignorancia, la pobreza y el retroceso. Repudiando la principal herramienta de liberación, se convierte en la hora del anti-humanismo. Alienta al fanático gesto de apagar insignificantes aparatos durante un tiempo sin sentido como signo de respeto a una abstracción mal definida llamada “El Planeta”, mientras hipócritamente se conserva todos los beneficios reales de una electricidad fiable y continua. Aquellos que ven una virtud en vivir sin electricidad deberían parar su refrigeradora, su calefacción, su micro-ondas, su computadora, su terma, sus luces, su televisión y todos sus aparatos eléctricos durante un mes, no una hora. Deberían también bajar en la unidad de cardiología del hospital para cortar allí la corriente. 

No quiero regresar a la naturaleza. Vayan a los lugares golpeados por terremotos, inundaciones y ciclones para que vean lo que es el regresar a la naturaleza. Para los humanos, vivir en la “naturaleza” significaba una vida corta, plagada de violencia, enfermedades e ignorancia. Quienes trabajan para acabar con la pobreza y aliviar las enfermedades luchan contra la naturaleza. Espero que dejarán sus luces prendidas. 

Acá, en Ontario (Canadá), mediante procedimientos de control de la polución y de tecnologías avanzadas, la calidad de nuestro aire se ha mejorado considerablemente desde los años 60, a pesar de la expansión de la industria y de la oferta de electricidad. Si, a pesar de ello, adoptamos el punto de vista de que las poluciones aéreas residuales sobrepasan todos los beneficios de la electricidad y que tenemos que avergonzarnos y sentarnos en la oscuridad durante una hora, como un niño castigado por haber hecho algo malo, esto quiere decir que hacemos pasar la pureza de la naturaleza como un ideal absoluto y transcendental que oblitera toda otra obligación ética y humana. No gracias. 

Me gusta visitar la naturaleza, pero no quiero vivir allí y rechazo aceptar la idea que la civilización, con todas sus contradicciones, es una cosa de la cual deberíamos avergonzarnos. 

Por Vincent Dumortier
03 – Mar – 2015  

Vincent Dumortier
03 de marzo del 2015

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