Jorge Morelli

Hora de dejar de polarizar

Hora de dejar de polarizar
Jorge Morelli
30 de marzo del 2016

La necesidad de un consenso ante las amenazas dictatoriales

Alfredo Torres, el encuestador de Ipsos, le ha recomendado a PPK situarse entre el fujimorismo y el antifujimorismo. PPK debería mostrarse como una alternativa de consenso y no de polarización, afirma. El consejo, en realidad, vale para todos los candidatos.

A partir de ahora, por ejemplo, Verónika Mendoza va a tener que moderar su lenguaje y hacerlo más convincente, le guste o no, para no terminar de espantar a los votantes. Porque, contra todo buen criterio, acaba de borrar con la izquierda lo poco que había avanzado hacia el centro. Le ha bastado presentar a su equipo —Dancourt, Francke, Soberón, De Echave y Arbizu— para ahuyentar a todos lo que ya los conocen. Tampoco se le ha ocurrido nada mejor que tratar de venderle al electorado una “gran transformación” descafeinada, sin atreverse ya a hablar de una “hoja de ruta”. No advierte que su credibilidad es cero.

¿Cómo puede ocurrírsele a Verónika presentarse con los mismos que entraron al gobierno de Humala creyendo que llevaría a cabo el programa al que renunció ya antes de la elección? El mismo equipo que se aferró al gobierno creyendo que Humala había engañado astutamente a todos, y que solo esperaba la ocasión para poner en vigencia la Constitución de 1979 y su programa de gobierno. La misma gente que, cuando finalmente la botaron del gobierno, se retiró ofendida porque Humala, supuestamente, los había traicionado.

Igual los había reclutado antes Toledo, a cuyo gobierno se colaron pensando que el centrismo es la manera de avanzar hacia sus anticuadas fantasías, mientras sacan alguna manteca de las circunstancias. Nunca han sido otra cosa que una partida de ingenuos, fáciles de engañar y útiles para la vitrina, hasta que se vuelven pesados con sus majaderías y hay que botarlos a la calle.   

Con solo presentarlos, Verónika ha vuelto a polarizar a los electores. Y encima ella misma reitera el refrito de cambiar la Constitución. Es el despropósito total. Reabre la olla, cuyo contenido hasta el momento a duras penas había conseguido disimular, para mostrarnos el viejo guiso recalentado. Ya no interesa que ahora ofrezca un gobierno “sin sorpresas”, pues nos acaba de dar la mayor sorpresa con su anacrónica partitura y su rancio elenco de ejecutantes.  

Dejar de polarizar debería significar también que Barnechea abandone, por delirante, su discurso acerca de la supuesta existencia de dos modelos. ¿Cuál es el “otro” modelo del que habla? ¿El del castro-chavismo venezolano-argentino-ecuatoriano-boliviano, el de la corrupción brasileña, el de Grecia o el de España? No existe, nunca ha existido en realidad tal cosa como un “modelo” que se pueda contraponer a otro. No es sino una entelequia de su imaginación, una que tiene precisamente el objetivo de polarizar. Exactamente lo contrario de lo que debe hacer.

El antifujimorismo, según Torres, “está representado en términos emocionales por Mendoza y Barnechea”. Instrumentar un estado emocional como estrategia de campaña, con el único objeto de profundizar la polarización, es una mala idea. Ahí siguen Verónika y Barnechea, sin embargo, repitiendo dos versiones de la misma monserga del siglo pasado.

Por: Jorge Morelli

 

Jorge Morelli
30 de marzo del 2016

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