Luis Cáceres Álvarez

Homo Photographicus

Homo Photographicus
Luis Cáceres Álvarez
02 de diciembre del 2016

A raíz del reciente ensayo de Joan Fontcuberta La furia de las imágenes

Para el reconocido “fotógrafo de las injusticias” Sebastiao Salgado, quien ha retratado poblaciones ocultas, actualmente se está cambiando el concepto de fotografía por el de “imagen”, con lo que se está dejando de lado la calidad, la verdad y la memoria propias del arte fotográfico. No obstante, para Salgado la misión de un fotógrafo sigue siendo retratar la variedad humana, por lo que el cambio de paradigma le resulta desafiante.

Por otro lado, Joan Fontcuberta—ganador en 2013 del Premio Hasselbald, considerado el Nobel de la Fotografía (un premio que también ha obtenido Salgado en 1989)—en su más reciente ensayo La furia de las imágenes (2016) analiza las variaciones de la revolución digital y diferencia a un fotógrafo de otro por la manera como capta y fundamenta la esencia de un momento. Fontcuberta también intenta darle un nombre al nuevo tipo de fotografías: postfotografía.

Pero, ¿quién es Joan Fontcuberta? Pues nada menos que un filósofo de la fotografía contemporánea, como lo fue en su tiempo Vilém Flusser (1920-1991), a quien conoció. Pertenece a esa estirpe de pensadores de la imagen cuyas figuras señeras son Roland Barthes y Susan Sontag. Licenciado en Ciencias de la Información, es profesor de Estudios de Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y en la Universidad de Harvard de Estados Unidos. Es ensayista, autor de los libros Fotografía: conceptos y procedimientos (1990), El beso de Judas. Fotografía y verdad (1997), Ciencia y fricción. Fotografía, naturaleza, artificio (1998) y La cámara de Pandora: La fotografí@ después de la fotografía (2010), por mencionar los más conocidos. Su obra como fotógrafo ha sido expuesta y adquirida por diversos museos y salas de arte de Europa y América del Norte, como el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), el Centro Pompidou de París, entre otros.

Fontcuberta desconfiaba de la cámara en el celular, que ahora todo el mundo utiliza, pero “toma notas en situaciones familiares o porque no lleva a mano una cámara buena”. Agradece que su formación haya estado entre la publicidad y el periodismo, ya que le dieron las herramientas con las que trabajaría gran parte de su vida: la semiótica y la teoría de la información. ¿Cómo llegó a conectar con este arte? Se sintió atraído porque la fotografía tiene "carisma, prestigio y autoridad". Desde entonces esta herramienta le ha servido para demostrar el “maquillaje de la seducción social”. En sus inicios, todas las investigaciones de Fontcuberta se orientaron al análisis semiótico de la fotografía, para desmenuzarla en "partículas" y después reestructurar sus contenidos de información. Ahora, una de las preguntas que se hace es acerca del papel del fotógrafo en el mundo de la postfotografía. La respuesta de Fontcuberta es que el fotógrafo se ha convertido en protagonista porque es quien piensa visualmente y hace que sus imágenes sacudan conciencias.

Dos páginas web especializadas en publicar imágenes Instagram y Flickr —“red social para fotógrafos profesionales”— están ubicadas en el cuarto y quinto puesto por usuarios activos que las comparten. Según Photoworld, Instagram con 300 millones de usuarios, sube 810 fotografías cada segundo. Y Flickr, según datos de AdWeek.com, solo 41 fotografías por segundo. Siguiendo las estadísticas de Photoworld, Facebook está en el tercer lugar, con 1,650 millones de usuarios que comparten alrededor de 4,630 fotos por segundo. En el segundo lugar está WhatsApp, con 8,102 fotografías; mientras que el primer puesto lo ostenta el servicio de mensajería Snapchat y sus 200 millones de usuarios activos que comparten 8,796 fotografías cada segundo. No obstante, la diferencia entre los dos últimos es notoria si hablamos de la cantidad de usuarios, porque WhatsApp tiene 3.5 veces más, pero no logra superar a los otros por su actividad “postfotográfica”. Podríamos ahogarnos con las banalidades que se publican en esas redes a lo largo del día.

Fontcuberta afirma que los valores básicos en la fotografía, como la verdad y la memoria, llegan a debilitarse por el acceso y el exceso en Internet. "La verdad en la fotografía analógica era una obsesión, y en la digital es una opción". Y acerca de la memoria, hoy la fotografía ya no está al servicio de la preservación de recuerdos. Muchas de estas, actualmente, ya no son captadas por una voluntad de registro. Según el ensayista, en la fotografía pasamos también de una comunicación escrita a la posibilidad de una comunicación oral. Verba manent, scripta volant. 

En La furia de las imágenes. Notas sobre la postfotografía, la producción de infinidad de imágenes prevalece sobre los actos de leer o contemplar. “Hacemos tantas fotografías que no tenemos tiempo de mirarlas”. Se las lleva el viento. Un ejemplo es el selfie con el que se quiere demostrar presencia del fotógrafo (el “yo”) en un evento. Afirmación individualista de y sobre la circunstancia; es decir, una auto-biografía.

Todo lo que describe Fontcuberta ya se aprecia en nuestra sociedad. Un ejemplo en la política peruana fue el último mensaje a la nación de Ollanta Humala en 2015: mientras se dirigía a todos los espectadores reunidos en el frontis de Palacio de Gobierno nueve de sus ministros, a su espalda, se dedicaron a sacarse selfies; es decir, ¿se debe registrar de esta forma lo que se sintió y lo que se vivió en esa ceremonia? ¿No fue una demostración de egolatría, indiferencia y descortesía frente a las cámaras y a la espalda del presidente? ¿Estos personajes no dan el ejemplo? La imagen se difundió por todo el Perú. ¿Se necesita una clase intensiva de Comunicación Política? En fin, la fotografía digital ha masificado a la fotografía misma. Ahora llega a ser más participativa, voluble también, ¿más humana? Fontcuberta sostiene que la fotografía ha caído en una contradicción.

 

Por: Luis Cáceres Álvarez

Luis Cáceres Álvarez
02 de diciembre del 2016

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