¿Hay un Deng en Patria Roja?

Sobre el Partido Comunista del Perú maoísta, en respuesta a Tino Santander Joo

Sé que Tino no lo ha pedido, pero repetían los tomistas que “de la discusión nace la luz”, frase que, además, es portada del libro del socialista uruguayo Guillermo Chiffllet en homenaje a ese girondino del siglo XX, Emilio Frugoni, pero dejémoslo aquí. Sigamos con la dialéctica.

Tino ha escrito hace unos días un artículo mereciendo respuesta.  Sugiere que los sectores democráticos, es decir los actores que creen en una democracia republicana, puedan absorber a Patria Roja (en adelante PR) para el lado correcto del camino y que la izquierda conservadora y tradicional limeña la desprecia por ser, cual novela mexicana, los parientes pobres. Discrepo en lo primero, concuerdo con lo último.

PR es más partido-organización que cualquiera de los proyectos que la izquierda haya emprendido, casi siempre acabando en grupos minúsculos, altivos y sin representación en sectores populares. PR no solo es el Sutep, además actúa como dueña de la Derrama Magisterial, mutual de maestros que tiene un sólido manejo financiero y una administración moderna, como en el capitalismo más puro. Cumple lo que toda organización,  tal como escribiera Talcot Parson, debe hacer: se adapta al medio y luego busca recursos para sus objetivos. Sin embargo, a pesar del manejo tan capitalistamente eficiente de la Derrama, PR no es ni por asomo la continuación de Deng Xiao Ping.

No hay entre Alberto Moreno, Rolando Breña Pantoja, César Barrera Bazán, Olmedo Aurich o Lourdes Brouckman algún viejo sabio con la capacidad para proponer reformas en favor del mercado.  Con fe a lo que escribo, no se me ocurre que alguno de los antes mencionados cometa el sacrilegio de hacerle guiño al mercado. Por varias razones.

Hubo un momento negro para la izquierda mundial, el paradigma soviético se derrumbó y con ello el sueño de “tomar el cielo por asalto” se esfumó como el Muro. Sin embargo, el otro paradigma, el del “socialismo con características chinas” (o el del “social imperialismo” para PR) crecía de manera anual a 10% en el PBI. Creo que si en ese momento -años de reflujo, duros y difíciles- PR nunca negó su condición de aparatchik maoísta y soslayó a la China de Deng como el camino a seguir, menos lo hará ahora que, superados los años tormentosos, están envalentonados por su victoria con aire popular en Cajamarca, pensando construir una propuesta firme de lo local a lo nacional con el MAS y la ortodoxia como bandera.

Junto a su vertical e implacable apego al marxismo conservador, PR no ha podido renovar sus cuadros. No hay primera, segunda, ni tercera generación de liderazgos, cosa necesaria para un cambio de actitud y pensamiento hacia el mercado y las fuerzas productivas, y que, además, garantice la institucionalidad; el poder de mando se transmitiría de manera ordenada y sin traumas. Por el contrario, en su último congreso nacional PR ha elegido a Rolando Breña Pantoja como secretario nacional, no precisamente un “jeune”. Se conoce además de una escisión años atrás donde un sector joven se retiró al no tener espacio para la renovación de las viejas ideas. A esto cae por añadidura la poca atención de los líderes para que sus cuadros locales sean formados para la eficiencia. PR sigue siendo un partido de profesores y no de ingenieros o administradores. A diferencia de la China actual donde incluso el Politburó está sometido a la disciplina de las ciencias y la práctica como criterio de la verdad, PR condena las ingenierías por el militante ideológico, la lucha de clases antes de la construcción de carreteras, puentes o sistemas de agua potable. Goyo Santos por ejemplo.

Así, Patria Roja no creo que desfile por los pasillos del pensamiento Deng. Un abrazo Tino.

Por Javier Arenas
(29 - oct - 2014)