Hay que solucionar la crisis política

A poco de iniciarse el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, se descubrieron las andanzas de su asesor, el médico Carlos Moreno, que hacÍa negocios turbios en su oficina de Palacio de Gobierno. El presidente Kuczynski trató de salir del entuerto nombrando la llamada Comisión Presidencial de Integridad, la misma que ofreció una serie de propuestas. En su informe final decían: “Convivimos con la corrupción y la hemos naturalizado; quienes debieran ser objeto de repudio social no lo sufren. Es más, un sector se ha acostumbrado a considerarla un costo previsible para hacer negocios con el Estado o recibir sus servicios”.

Hoy nos encontramos sorprendidos con los negocios que el mismísimo PPK hacía cuando ocupó los cargos de ministro de Economía y presidente del Consejo de Ministros en el Gobierno de Alejandro Toledo. Y no obstante la forma como negó en reiteradas oportunidades haber tenido relaciones comerciales con Odebrecht y, lo que es más grave, cómo en ese sentido le mintió a comisiones investigadoras del Congreso.

No se trata de actos desprolijos: son muchas operaciones bancarias y que suman muy importantes cantidades de dinero como para que no hayan sido tomadas en cuenta por Kuczynski. Y lo que resulta más sospechoso, es que por esos montos se trate de “asesorías verbales”. Es decir, que no se entregaron documentos ni informes, solo absolvió consultas y asistió —se supone— a algunas reuniones.

Es muy triste ver como se ha traicionado la voluntad popular. Cuando hablábamos de una primavera democrática en este siglo, con varios gobiernos electos que se sucedían, resulta que vivíamos una democracia de posverdad: eran en realidad sucesivos gobiernos mercantilistas, dispuestos a lucrar con el presupuesto público.

Hoy es obligatorio buscar una salida a esta crisis. Una salida dentro del marco constitucional, que respete a la República y el modelo económico, pero que permita una salida pronta y eficiente. La vacancia es una posibilidad y de no lograrse los votos suficientes, PPK debería buscar entonces forzar la caída de un segundo gabinete, para así poder convocar a nuevas elecciones parlamentarias. Tenemos que salir de este entrampamiento usando las instituciones que la Constitución permite.

Mientras más tiempo tome la resolución de la crisis, en mayor peligro se encontrará nuestra democracia. Es por ello nuestra obligación encontrar una salida pronta, antes de que el costo sea mayor.