Manuel Gago

Hablando de ladrones

Toledo, personaje lleno de mentiras y engolamientos

Hablando de ladrones
Manuel Gago
06 de febrero del 2017

Toledo, personaje lleno de mentiras y engolamientos

Alejandro Toledo provoca animadversión. Cuando tuvo todo el poder político alentó odios furibundos y organizó una persecución con “colaboradores eficaces” a la medida, que sirvieron para encarcelar a quien hubiera tenido alguna vinculación con Alberto Fujimori y su gobierno. Revivió a una izquierda mafiosa y violenta arrinconada por las políticas que sacaban de la pobreza a millones de peruanos después de que Fujimori desmontara el Estado paquidermo heredado del velasquismo, algo que ni Fernando Belaunde ni Alan García se atrevieron por falta de cojones.

“Ni olvido ni perdón” fue el estribillo enarbolado por Sendero Luminoso el día en que Toledo fue anunciado presidente. Ese día se impusieron los odios y venganzas. Los “tucos” estuvieron en la plaza San Martín y en todas las plazas provincianas en esos días de los "cuatro suyos". Allí, el terrorismo encontró uno a su medida para reinventarse y colarse dentro de la democracia para socavarla.

Así como Toledo escondió los llamados “vladivideos” que incriminarían a un asiduo visitante de Montesinos que muchos no conocen, así también escondió el informe Kroll por no contener lo que convenía para encarcelar a Fujimori, cambiando de estrategia acusadora: la autoría mediata en los casos Barrios Altos y la Cantuta.

Toledo le dijo al Perú y al mundo que hubo fraude en las elecciones del 2000. Eduardo Stein —jefe de la misión de la OEA— nunca habló de sustitución de votos. Toledo y los políticos de entonces (que son los mismos de hoy) utilizaron a cientos de jóvenes para que una boca de urna diera un resultado distinto a la realidad para crear desconciertos y gritar fraude en los medios.

El dinero ha sido siempre vinculado a Toledo. Recibió un millón de dólares del especulador George Soros para dizque devolverle la democracia a Perú. El vuelto lo escondió su sobrino en un banco norteamericano. Su vida es un cuentazo. Que fue lustrabotas ofende al gremio. ¿De dónde entonces los depósitos en el CLAE de Carlos Manrique? Con el cuento de la pobreza extrema destinó S/. 1,300 millones al programa Juntos para ganarse adeptos y para perturbar el espíritu laborioso de la serranía.

Si la economía es el “cau cau” del egresado de Harvard y profesor en Stanford —como dice que es— debería saber que los asistencialismos no sacan de la pobreza a nadie. Creó la Comisión Nacional de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (CONAPA), presidida por su esposa Eliane Karp, para recibir del Banco Mundial $ 5 millones sin exhibir nunca resultados favorables para esas comunidades. Al reino toledista se sumaron los expertos en gestión virtual, las ONG que viven de la pobreza, organizando foros y conferencias, haciendo proyectos y consultorías que en la gestión real no sirven. El frenesí antifujimorista lo provocó este hombrecito cuyo proyecto de vida es vivir a cuerpo de rey, rodeado de frivolidades. Personaje lleno de mentiras y engolamientos que tiene cabida en los medios porque estos algo deberán. Claro que sí.

“Defendamos el estado de derecho y la democracia” decían los jóvenes envalentonados, cegados por una prédica oportunista. “El miedo se acabó” gritaban los senderistas y extorsionadores que esos días vieron a los constructores como sus primeras víctimas. “Importantes” políticos y periodistas repetían por todos lados y todo el día eso de “mafia fujimontesinista”, horrorizados, rasgándose las vestiduras. Mírenlos ahora. La gentita está muda, debajo de la cama, rogando que el barro y la pestilencia no los delate.

Así como los tentáculos de Vladimiro Montesinos sometían al Poder Judicial, Ministerio Público y medios, así también Toledo armó sus propios tentáculos, ganándose los odios viscerales de los que se quedaron sin trabajo después de las reformas realizadas durante los noventa. Histerias y prepotencias antidemocráticas caracterizaron el quinquenio toledista. El chantaje fue su arma. Miembros del llamado grupo “Colina” y Chavín de Huantar saben sobre eso. Y Fernando “Popy” Olivera también.

Tenemos memoria. La partidocracia le entregó irresponsablemente la presidencia a uno que no es ni sano ni sagrado. Todo lo contrario. Y lo sabían.

Por Manuel Gago
Manuel Gago
06 de febrero del 2017

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