Gobierno desintegrador y candidato polarizador

Sobre la postulación de Diego García Sayán a la secretaria general de la OEA

El Perú es un país de abismos y contradicciones. Algunas de ellas son propias de la naturaleza humana, pero otras, muchas, sólo se comprenden cuando nos internamos en la disfunción psicológica. En estos días, por ejemplo, solo un trastorno de bipolaridad política puede explicar a cabalidad el comportamiento del gobierno y un sector ideologizado con respecto a la candidatura de Diego García Sayán para el puesto de secretario de la OEA. Sostiene esta facción anclada en el progresismo que una supuesta “derecha radical” o “derecha fascista” se opone a dicha candidatura de manera irracional porque el señor García Sayán es un diplomático imparcial, un estadista que convoca a tirios y troyanos.

Este análisis no soporta un minuto de razonamiento político. Diego García Sayán es un cuadro de la progresía y su candidatura polariza el escenario público. Además, abre un frente delicado al gobierno. El candidato del humalismo ha construido su vida pública parcializándose y haciendo del sesgo hacia un sector su modo natural de ejercer el poder, una extensión de sus simpatías. El señor García Sayán no es un estadista imparcial y mucho menos un hombre capaz de convocar a la unidad nacional. Si es incapaz de lograr el consenso nacional, lo regional será, bajo su mandato, un entorno inestable.

La primera regla de la política diplomática en los organismos internacionales es la unidad nacional de la candidatura. El Perú tiene que ser, en el ámbito latino, un país capaz de ofrecer grandes consensos. Por eso no puede, ni debe, presentar candidaturas que perjudiquen nuestra imagen internacional, mucho menos cuando nos enfrentamos a los exabruptos de Chile que no cesa en sus reclamos infundados. García Sayán es la antítesis de la unidad nacional. Su candidatura viola la regla básica de la diplomacia porque provoca polarización excesiva en el frente interno y eso debilita nuestra posición internacional.

Ahora bien, resulta francamente cómica la forma que emplean los traidores a la patria (que defienden día sí y día no a los terroristas) para subirse al techo y amenazar con sus puñitos cerrados a todos los que no defienden esta candidatura de abierta polarización. Semejante fiasco solo es comprensible porque la figura de García Sayán, la antítesis de un estadista de unidad, ha sido propuesta por un gobierno desintegrador. Un gobierno que divide presenta candidatos que dividen. El humalismo muestra así, una vez más, su incapacidad para las políticas de Estado, su falta de visión para el largo plazo. La presentación de García Sayán es un ejemplo más de la ausencia de estrategia global del humalismo y de la abierta actitud confrontacional que aturde a los que creen de buena fe en los acercamientos con que la pareja presidencial marea a un sector de la oposición.

Por un lado, Ana Jara tiende la mano. Por otro, la candidatura de García Sayán abofetea a más de la mitad del país. La bipolaridad del humalismo transtorna al Perú, nos debilita e impide avanzar. Cuando más se necesita unidad, cuando más nos reclama la población salir del marasmo y la inercia, el gobierno decide polarizar el debate elevando a candidato de todo un pueblo al factótum de un sector ideologizado que vive de acusar a sus enemigos con el pretexto de la moralización. Así no se hacen políticas de Estado. Así se destruye la confianza mientras el Perú protagoniza un papelón internacional.

Por Martín Santiváñez Vivanco