Édgar Villanueva

Fútbol, coyuntura, política y estupidez

Fútbol, coyuntura, política y estupidez
Édgar Villanueva
08 de septiembre del 2017

Gobierno y oposición deben postergar su agenda

 

El fútbol es popular porque la estupidez es popular.

Jorge Luis Borges

Hace algún tiempo en el magnífico programa “La función de la palabra”, del genial intelectual Marco Aurelio Denegri, uno de los entrevistados sostuvo que el fútbol se había convertido en una especie de religión y que era el nuevo “opio del pueblo”; es más, para demostrarlo sostenía que esta “pasión de multitudes” tenía su propio Vaticano, la FIFA, su propio papa, Joäo Havelange (finado el 2016), sus propios cardenales con sus respectivas iglesias, y también sus párrocos y curas con sus correspondientes templos y capillas a lo largo de todo el mundo. Una “religión” cuya estructura posee sus propios estatutos, reglas jerárquicas absolutamente autónomas; y al que ningún Estado puede interferir su accionar, ni por vía legal ni por los hechos. Amén de movilizar miles de billones de dólares, gigantescos negocios de todo tipo y, claro está, vigorosa corrupción.

Y como toda religión tiene bajo su yugo una ferviente feligresía, sus rebaños son miles de millones, con sus propios ritos, su propia fe y sus propias costumbres. El fútbol mueve tanto pasiones como multitudes, empezando por competencias desde los barrios más pequeños, hasta campeonatos continentales y, claro está, hasta llegar al evento cumbre: la Copa Mundial. Tal es su poder que mueve masas apasionadas en las que genera alegrías y provoca llantos en turba; hace elevar plegarias, lanzar alaridos y provoca ataques cardíacos. Tal es su potencia que con un partido puede paralizar países enteros, promover negocios o quebrarlos. Tal es su fuerza que cambia programaciones de todo medio de comunicación importante y desecha portadas pensadas. Tal es su influencia que trastoca agendas y discursos políticos, hace incluso que quienes tienen poder acomoden sus movimientos al ritmo futbolero. Y, faltaba más, tiene una multitud de fanáticos en el mundo que cualquier religión envidiaría.

Ejemplo: este martes nuestra selección rojiblanca con su ariete “Orejitas” consiguió un triunfo “histórico” contra la de Ecuador, y desató tal algarabía y terremoto emocional que los programas políticos cambiaron su horario y —con las disculpas a sus invitados que fueron despedidos, o con algunos de ellos que improvisaron— se dedicaron a discutir el triunfo fenomenal, sobre los goles de Orejitas y Hurtado,en torno a la disciplina y magnífico juego en equipo. Y por supuesto, sobre el maestro y guía: Ricardo Gareca, “nuevo mesías”, “quinta espada”, el neohéroe del Perú que hizo de la noche día y sembró la sonrisa y la alegría en nuestros corazones.

Así estamos, “chocheritas”, y así estaremos hasta el mes de octubre, mes morado que, al menos hasta la última fecha de las eliminatorias, será el mes de la pelota, como genialmente ha graficado Heduardo en su viñeta de El Comercio ( 06-09-17).

Hoy para muestra (al cierre de esta columna), ante el Congreso el premier Zavala está fundamentando el Proyecto Presupuestal 2018, y seguro que a nadie le interesa; mañana interpelan a la ministra de Educación y a la inmensa mayoría le importará “un pepino”. Peor aún, los del Conare, en su afán de seguir políticamente vigentes, han convocado para hoy otro paro nacional magisterial (demostrando, una vez más, que les llega altamente seguir jodiendo a nuestros niños), huelga que seguramente ni los hijos de estos “radicaloides” acatarán.

Así que estamos avisados. Gobierno y oposición, interpelantes e interpelados, censuradores y posibles censurados, radicales y moderados: será mejor que en esta coyuntura y calentura futbolera, rearmen mejor sus agendas políticas e hilen bien sus discursos y sus actos, porque las barras ya los barrieron de su memoria. Al menos hasta octubre.

¡Goooooool! ¡Arriba Perú!

Edgar Villanueva

 
Édgar Villanueva
08 de septiembre del 2017

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