Carlos Arturo Dávila

Fujimorismo: ¿segunda ofensiva caviar?

Usan a Kenji para debilitar a Fuerza Popular

Fujimorismo: ¿segunda ofensiva caviar?
Carlos Arturo Dávila
03 de abril del 2017

Usan a Kenji para debilitar a Fuerza Popular

Meses previos a las elecciones del 2016, una rara iniciativa de Steven Levitsky fue aceptada por Keiko Fujimori: desalbertizar y caviarizar a Fuerza Popular (FP). En Harvard, mostró su simpatía con la ideología de género; sacó de las listas congresales a líderes históricos del fujimorismo y aceptó el ingreso de una dotación caviar a FP poniendo a V. Huaroc en su plancha presidencial. A pocos días de la elección, Huaroc negligentemente se hizo desembarcar de la segunda vicepresidencia, y a continuación todo al antifujimorismo estatal y mediático (¿bajo auspicio de Odebrecht?) arremetió vilmente contra J. Chlimper, con cuyo desembarco, caía la candidatura de Keiko. El 2016 ¿hubo una infiltración para destruir la candidatura de Keiko, por fuera y por dentro?

Actualmente, la izquierda mediática caviar impulsa una campaña resaltando algunos mensajes de Kenji Fujimori en su Twitter, sobre discrepancias con algunas iniciativas de su bancada congresal; como en el caso Figari-Sodalicio y la iniciativa legislativa para prohibir que corruptos dirijan medios. Esta ofensiva, estaría dirigida a generar condiciones para un proceso divisionista en FP. ¿Están infiltrados en el entorno de Kenji? Últimamente, a Keiko, le han acuñado una epíteto para debilitarla: “perdedora”. Y los halagos, soliviantados, a Kenyi están asociados a burlas.

El fujimorismo es una fuerza política hace 27 años. Tiene tres fases en su proceso de existencia: el gobierno, la desgracia o persecución y el resurgimiento (bajo el liderazgo de Keiko). Es el partido de mayor gravitación en la historia del Perú porque sentó las bases de nuestro actual desarrollo. Salvo el controversial 5 de abril, siempre apostó y actuó en los marcos de nuestro sistema democrático (dada la conducta de sus bancadas congresales, desde el 2001); y desde el Congreso, es el soporte de nuestra gobernabilidad actual.

Aunque la labor de Keiko desde hace siete años en Fuerza Popular es importante, los 27 años de fujimorismo son resultado de la acción y proyección ante la historia del ex presidente Alberto Fujimori. Así lo reconoce la clase política y su interacción, y, especialmente los votantes naranjas. A diferencia de Keiko, Kenji resalta mejor esta realidad y pretende consolidarla. La proyección de su liderazgo no es una amenaza de divisionismo, sino una confirmación de larga vigencia política partidaria del fujimorismo.

Antes de descubrirse la megacorrupción de Odebrecht en nuestro país y América Latina, los cuatro últimos gobiernos y los caviares (que repletaron el Estado y los medios) nos hicieron creer que, a diferencia del fujimorismo de los noventa, construían institucionalidad y transparencia. Ahora ya todos sabemos que la destruyeron, bajo las órdenes de la mafia político-empresarial de Odebrecht, cuyo control a la clase política antifujimorista en base a coimas y financiamiento de sus campañas electorales impidió el triunfo de Keiko el 2011 y, especialmente, el 2016. Keiko no es perdedora sino víctima de maniobras fraudulentas del poderoso y corrupto bloque político-económico antifujimorista que Odebrecht dirigía en el Perú, para no perder el gobierno y sus fuentes de saqueo. ¿Era Luis Favre el implementador de estas órdenes?.

Gracias a Odebrecht, en el Perú solo había fujimorismo y antifujimorismo (hoy muertos, pero insepultos). Ahora solo tenemos al fujimorismo; por lo que los zombis, aterrados del inminente retorno del fujimorismo al gobierno (porque la mafia que reunía y financiaba al antifujimorismo, para cuidar sus corruptos intereses, está herida de muerte), se han puesto a trabajar e impulsar la estrategia de dividirlos. Creen tener en Kenji a su instrumento. Alberto Fujimori, quien indudablemente influencia en sus hijos, dificil que aliente la división o no advierta la ofensiva divisionista. Aunque ya se hace necesario que Keiko y Kenji, evitando una crisis de crecimiento, compartan la dirección política del fujimorismo, sin caer en el juego destructivo de nuestra democracia, que pretenden sus enemigos. Sin el fujimorismo unido, nuestro modelo económico se pone en peligro y nuestra democracia profundizaría su crisis.

 

Carlos A. Dávila Rojas

Docente Unsaac

Carlos Arturo Dávila
03 de abril del 2017

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