¡Fujimori libertad!

Historias de persecución a políticos inocentes

Recuerdo hoy especialmente a Alberto Bustamante y a José Dellepiane, muertos prematuramente, agobiados por una montaña de procesos vertida sobre ellos sin ninguna compasión. Salíamos juntos del Congreso una noche Alberto y yo, y tomamos juntos un taxi hacia Chorrillos, donde él vivía. Estaba muy enfermo de una diabetes galopante. Tenía, me dijo, una cantidad inmanejable de procesos judiciales, y se había sentido algo consolado la mañana de ese día al saber que en uno de ellos —uno apenas— lo había ganado en primera instancia. En la tarde le acababan de comunicar que la decisión había sido revertida. La consigna era aplastarlo por haber sido el penúltimo premier de Alberto Fujimori.

A quienes conocimos a Alberto Bustamante desde estudiantes en la Universidad Católica no nos cupo nunca duda de su impecable rectitud personal. Nadie en su alma mater movió un dedo por él; cuando fue despojado de su cátedra universitaria, nadie le dio trabajo por años. Solo el congresista Alejandro Aguinaga, siendo Alberto un gran profesional, le ofreció la asesoría de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso. Allí murió, en esa oficina, al día siguiente de la historia que aquí he narrado.

Es la misma historia de José Dellepiane, marino valiente quien tuvo la audacia de liderar la reforma del Poder Judicial. Le costó años de procesos judiciales en el desempleo. Rescatado por la generosidad de un gran amigo, congresista del fujimorismo —a quien no menciono porque sé que así lo preferiría—, la enfermedad ya había minado sus fuerzas irremediablemente.

Al general Walter Chacón Málaga el Perú ni sabe siquiera cuánto le debe —esa historia algún día será contada por completo—, pero espera aún la reivindicación que merece por los años de persecución sufridos a manos de una justicia instrumentada para la venganza política.

Estas —y otras muchas que es imposible narrar— son las historias de la persecución de quienes, siendo inocentes, tuvieron que defenderse por años silenciosamente. Pero sobre todo tenemos presente todos los días, sin cejar un minuto en el honroso destino que eligió libremente para limpiar su nombre, a Alberto Fujimori, quien este 28 de julio, Día de la Patria, cumple 79 años y lleva ya casi doce privado de su libertad.

Su libertad es la de todos nosotros. No pararemos hasta conseguirla. Para que se oiga, entonces, gritamos una vez más alto y fuerte: ¡Fujimori libertad!

Jorge Morelli

@jorgemorelli1

jorgemorelli.blogspot.com