FAO y el peruano que se respeta

¿Por qué la FAO desoye los intereses peruanos?

En 1984 Estados Unidos se retiró de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) por considerar que el organismo internacional hacía propaganda antioccidental, despilfarraba sus recursos y era un enorme aparato burocrático. Un año después, Reino Unido hace lo mismo, argumentando que está mal dirigido, es deficiente, no hace las reformas recomendadas y, sobre todo, por el “discurso comunista” de sus funcionarios. Margaret Thatcher, primera ministra de entonces, dice que con la renuncia defiende los “intereses británicos”.

¿Cuáles son los intereses peruanos? ¿No es acaso uno de ellos luchar contra la corrupción que afecta gravemente la democracia e institucionalidad? ¿No es acaso otro combatir el lavado de activos provenientes del narcotráfico, la política y de coimas provenientes de las obras gubernamentales?

La FAO señala haber aplazado la “asunción de funciones como directora de su Oficina de Enlace de Ginebra” y que “la ex primera dama es funcionaria de Naciones Unidas y se encuentra con licencia y goza de presunción de inocencia”. ¿Por qué una defensa tan cerrada? ¿Se está globalizando la corrupción, protegiéndose tras la fachada de “funcionario internacional”? A otro con el cuento ese de la selección por competencias profesionales.

Recordemos que en 2012 la FAO nombró a Nadine Heredia embajadora de la quinua y que, durante la gestión de Ollanta Humala, 200 toneladas del grano de oro fueron devueltas a Perú por contener químicos y residuos fecales. ¿Alimentar con excremento y pesticidas es el gran apoyo de la FAO a la alimentación y agricultura en el mundo? La FAO debería saber que durante el gobierno humalista la anemia se incrementó a 35% en la población infantil y que la falta de hemoglobina en el cuerpo humano produce cansancio, falta de concentración y poco interés, problemas que afectan grandemente los resultados educativos, embruteciendo al país. ¿Eso no sabe la FAO?

El ex canciller Rafael Roncagliolo —poniéndose del lado del establishment internacional y negando los intereses nacionales— ha dicho que sería un despropósito retirar al representante peruano en la FAO. ¡No, señor Roncagliolo! Retirar al representante peruano sería una señal contundente de molestia. ¿Dónde está el “peruano que se respeta”, emancipado de cualquier coloniaje mental, complejo de inferioridad, sumisión y cobardía frente a una organización internacional que —como todas las organizaciones internacionales— quiere erigirse como autoridad mundial sin respetar los intereses de los países miembros? ¿De qué valen APEC, OCDE, CADE juegos panamericanos y rico ceviche si no hay capacidad para proteger los intereses peruanos? ¿Dónde está el cholo terco que no se deja avasallar? ¿Dónde?

El nombramiento de Heredia —señalada ahora como “persona no grata” por la comunidad de especialistas en Ginebra— indicaría que una camarilla insensible al flagelo de la corrupción en países como Perú y Brasil se está apropiando de ese organismo internacional, y que va contra todos los esfuerzos para liberar a Perú de la deshonestidad. ¿Por qué los empleados de la FAO —que no trabajan gratis, que se sostienen con las cuotas que Perú paga mensualmente— desoyen los intereses peruanos? ¿Dónde está la “dignidad y la soberanía” que llenaron horas de clase durante la dictadura de Velasco, que apoyó Roncagliolo?

Si para la FAO una investigación por lavado de activos es poca cosa, no queremos imaginarnos qué otras grandes cosas sabrán ellos.

Por: Manuel Gago