Iván Arenas

Evo Morales, el amigo del capitalismo

Evo Morales, el amigo del capitalismo
Iván Arenas
19 de abril del 2016

Bolivia ha mejorado económicamente gracias a su capitalismo popular

El presidente de Bolivia, el socialista Evo Morales, aprovecha cada foro o evento internacional para despotricar contra el capitalismo y el imperialismo; sobre todo, el yanqui. No obstante, contrario a la febril prédica socialista del presidente, nunca en la historia de Bolivia el desarrollo del capitalismo ha sido tan importante como hoy. Las hijas directas de este gran fenómeno son quizá, la reducción de la pobreza y la aparición —por primera vez en la historia de la República— de una burguesía, una clase media que, a diferencia de ayer, es chola y aymara.

Desde la llegada al poder de Morales en el 2006, la pobreza se redujo de 40% a 17%; y según las Naciones Unidas, entre 2005 y 2015 la clase media en Bolivia, medida por sus ingresos, creció 65%. Semejante fenómeno cambió el paisaje social y económico de un país sumido casi siempre en la miseria. El capitalismo exclusivo en la ciudades “cambas” Pando, Beni o Santa Cruz, se expandió hasta El Alto, en La Paz, y las ciudades y localidades “collas”. Por ejemplo, el dinamismo del capitalismo popular en El Alto es igual o más fuerte que en las ciudades peruanas de Puno o Juliaca. Hoy, en el frenesí de la ganancia y la inversión, y en el boom de la construcción, existen “cholets” y no chalets con colores vivos y fosforescentes. También ha nacido una novedosa “arquitectura andina”.

En cierta forma Bolivia era un país dislocado y que ha sido vertebrado por el capitalismo popular. Era una sociedad de resentimientos entre el camba y el colla. En una década en el poder, los “Chuquiago boys” (Chuquiago, nombre de la capital La Paz), como se les denomina a los economistas del gobierno, han manejado las vigas maestras de la economía clásica como el mejor de los países capitalistas: manteniendo a raya el déficit fiscal y la inflación. De alguna manera, el lento crecimiento de la China y el enorme gasto en los programas sociales empujó a que el déficit en el 2015 sea de 6%, y las dudas y preocupaciones ya asaltan al gobierno.

La revolución en Bolivia no ha sido socialista, sino capitalista y popular. De uno u otro modo, cierta derecha regional —creyendo que todo lo sabe— demonizó a Morales como una mala prolongación de Chávez, por su intento de atornillarse en el poder y hacer una reinterpretación auténtica de su propia Constitución, pues Morales quería otra temporada en el gobierno, hasta el 2021. Pero el capitalismo es una sociedad de contratos, de propietarios y de clases medias, y sobre todo ello descansa la democracia. Milton Friedman decía aquello sobre el Chile del dictador Pinochet. Las clases medias bolivianas, incluidas las de El Alto y las ciudades collas, votaron en contra de la re-reelección de Morales, influenciados también por los sospechosos casos de corrupción del régimen.

Evo Morales y quizá Correa en Ecuador, han sido amigos íntimos de un capitalismo popular, cholo, vigoroso y pujante. Cuando los politólogos se preguntan por qué Evo Morales tiene enorme apoyo en las ciudades procapitalistas collas, el único razonamiento lógico es el “factor racial”. Por primera vez en la historia de la República, en Bolivia emerge una clase media chola. Quizá Barrington Moore no se equivocó cuando decía que no hay democracia sin burguesía, ni Karl Marx cuando consideró a la democracia como el sistema de la burguesía.

Iván Arenas

 
Iván Arenas
19 de abril del 2016

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