Hugo Neira

No estuvo mal (políticamente hablando)

No estuvo mal (políticamente hablando)
Hugo Neira
29 de julio del 2014

Muy pocas veces un mensaje presidencial fue tan esperado

Pocas veces ha habido un discurso presidencial más esperado. Y con razón. A algo más de la mitad de su administración, en vísperas de un año —el 2015— prácticamente de campañas, tras una desaceleración sobre cuya raíz se puede discutir pero que no deja de ser un hecho, en el momento en que se lanza unos megaproyectos, unos 16 mil millones de dólares de inversión, ya veremos si caminan, y en fin, lo que todos sabemos, la poca aprobación, la salida intempestiva de ministros y las bancadas oficialistas que se rompen. Me preguntaba qué iba a decir y con qué talante.

En política como en fútbol, no se puede nunca estar seguro del todo. Para comenzar, el discurso no fue corto como algunos predijeron. Hubiese sido casi una abdicación. Confesar que no se había hecho gran cosa. Duró en cambio sus buenos 80 minutos, y fue una avalancha de cifras, un fuego de artificio. En la tele limeña, con Jaime de Althaus y con Milagros Leiva, algunos de sus invitados hasta reclamaron que hiciera el recuento de sus promesas, por incumplidas. Qué ingenuos. Los balances en serio los hace el PNUD o el Banco Mundial, nunca un mandatario. Su primer capital es él mismo. Ahora bien, uno de los poderes del Presidente de una democracia representativa es dirigirse a la nación por entera. Y es lo que ha hecho Ollanta Humala. No fue un discurso para salir del paso, sino trabajado, meticuloso. De su realismo económico, o no, se ocuparán otros. Tampoco le dedicó a la desaceleración el propio orador algo más que un par de minutos.

Se ha demorado tres años, pero este hombre ya no es el que jugaba con la banderita de su atril cuando discutía con Alan García en el 2006, ni el que juraba la presidencia en el 2011 en nombre de la del 1979. Ya no hace eso. Está serio. Cabe preguntarse  en qué ha cambiado y por qué. Bueno, el oficio de presidente no se enseña en ningún lugar académico, como no existe cartón para ser banquero. Y se aprende a gobernar gobernando. No es poco ser Presidente, se vive entre expertos, entre gente que sabe. Luego, ha viajado, ¿y qué cree usted que conversan los Jefes de Estado del mundo? Pues de cómo es el mundo. Lo real, la economía, sus altibajos. Y ver a Obama, al presidente Hollande, no es moco de pavo. Lo que ha tenido Humala es un «stage». Esas cosas ocurren.

Este es su primer y verdadero discurso presidencial. Es como si se hubiera librado del fantasma chavista y marxista y de la quimera liberal. Para juntar dos cosas, crecimiento y gasto social estatal, que los dogmáticos de ambos bordes se niegan a admitir. Parte de lo que dijo, ya está en El Peruano. Y otra parte, es proyecto que irá a la Cámara. Pero no sé qué efecto tendrá ese discurso, el ciudadano de base se ha vuelto desconfiado. Por eso, alineó inversiones en educación, salud, becas por aquí, aumentos salariales por allá, aeropuertos, gas barato, comedores populares, o lucha contra el cáncer. O sea, no tenemos pozos de petróleo como Chávez pero podemos incluir, o sea, en el lenguaje realista de las ciencias políticas, tener clientelas.

Todo el tiempo vinculó presente y futuro. No digo que me gusta ese discurso. Digo que es un mensaje explícito. Ollanta o el ollantismo, no acaba en el 2016. Por error, a veces por negligencia, la oposición tiene expectativas perezosas. Tienen que proponer, partiendo de lo mismo, mercado y Estado activo, algo mejor. Ese es su trabajo.

Por Hugo Neira

Hugo Neira
29 de julio del 2014

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